Señor Director:

En Chile nos gusta vivir de ficciones. La más prolongada fue creernos el último bastión moral de Occidente porque no tuvimos ley de divorcio sino hasta llegado el siglo XXI, en circunstancia de que antes dispusimos de un mecanismo para disolver matrimonios mucho más rápidamente y de manera engañosa: las nulidades.

Otra de nuestras ficciones es creer que tenemos televisión pública solo porque una de las estaciones de nuestra televisión abierta fue creada por ley y porque su directorio se cuotea políticamente entre los dos señores feudales de la política criolla: la Alianza y la Concertación.

TVN no se financia con recursos públicos, sino privados (publicidad), de manera que no es cierto que sea "el canal de todos los chilenos". Es de los avisadores. Para ser público, a un organismo no le basta con ser creado por ley, sino que, además, tiene que financiarse exclusiva o muy preferentemente con recursos públicos.

Es por esa misma razón que nuestras universidades estatales han ido perdiendo su carácter público justo en la medida en que el Estado se ha desatendido de su financiamiento e incluso de su regulación. ¿Saben los lectores que la desidia normativa respecto de esas universidades llega hasta el extremo de que 14 de 16 de ellas continúan rigiéndose por estatutos que el régimen militar les impuso hace ya 30 años?

En ese contexto hay que colocar la decisión de TVN de expulsar de su programación a "Una belleza nueva", y mi única esperanza es que algún canal del cable se interese por ella y podamos continuar disfrutándola.

Agustín Squella