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Editorial
Domingo 09 de junio de 2013
Costos de la incertidumbre
El ministro de Hacienda está en lo cierto cuando advierte que las propuestas de las candidaturas no son inocuas. No obstante, la reciente alza del dólar y la debilidad de la Bolsa (...) sugiere que su causa son las dudas sobre la marcha de la economía mundial...
Revuelo han causado las palabras del ministro de Hacienda, Felipe Larraín, en reciente intervención pública, en las que atribuye a los anuncios programáticos de las candidaturas de la Concertación el haber causado incertidumbre y afectado la inversión. Esta polémica se produce cuando la economía nacional revela ciertos signos de desaceleración, que por ahora están circunscritos a la inversión, sin afectar aún el empleo y los salarios. Pero si esa tendencia se intensifica, podría hacer que el último año del mandato del actual gobierno -que ha cosechado resultados económicos y sociales tan auspiciosos- terminase decepcionando.
El ministro sostiene que despiertan desconfianza los anuncios de asambleas constituyentes, fuertes alzas de impuestos y creación de empresas estatales; ello se traduciría en la postergación de proyectos de inversión. El argumento es plausible, aunque difícil de corroborar. Las encuestas de expectativas siguen siendo muy positivas. Podría pensarse que la reciente alza del dólar y la debilidad de la Bolsa obedecerían a un deterioro por los temores que advierte el ministro, pero algo semejante se ha observado en la generalidad de las economías emergentes, lo que sugiere que su causa son las dudas sobre la marcha de la economía mundial. La afluencia de inversión extranjera y la creación de nuevas empresas -dos importantes señales de dinamismo empresarial- siguen batiendo récords. La postergación de proyectos de inversión en energía y minería -según sus promotores- se debe más a las demoras en la tramitación de las autorizaciones ambientales que a la falta de interés por desarrollarlos. Las cifras de inversión suelen reaccionar con largos rezagos, porque obedecen a decisiones adoptadas con mucha antelación. Sería sorprendente que ellas reflejaran tan pronto un cambio atribuible a los temores que puede despertar la "nueva mayoría".
Pero el ministro Larraín está en lo cierto cuando advierte que las propuestas de las candidaturas no son inocuas: producen efectos en las expectativas y, a su vez, estas repercuten sobre la marcha de la economía. Aunque la advertencia puede ser prematura, más vale que sea tomada en cuenta por los diferentes comandos presidenciales. Un clima de incertidumbre sobre las "reglas del juego" en materia económica, especialmente en un escenario internacional que puede volverse menos favorable, podría complicar mucho la vida del gobierno que será elegido este año.