La película se toma su tiempo para presentar a Jay Gatsby (Leonardo DiCaprio), primero es lo que se dice del hombre rico y anfitrión generoso, luego las versiones que el propio personaje cuenta de sí mismo y al final está la verdad.
Baz Luhrmann no se ciñe a la novela con la fidelidad de la película de Jack Clayton de 1974, con guión de Francis Ford Coppola, pero ambas privilegian la historia de amor imposible y el carácter irracional y soñador del personaje.
También comparten otra imagen: el protagonista frente al estrecho de mar y a lo lejos se distingue la luz verde que viene del muelle y de la mansión de Daisy Buchanan (Carey Mulligan). Gatsby extiende el brazo y mano, hacia esa luz y esa mujer.
La imagen de la luz verde es comparable al enorme cartel publicitario del oculista, donde la metáfora es mayúscula: los ojos de Dios sobre los vecinos y la ciudad.
El empleo del 3D es otra evidencia gruesa, porque la película necesita subrayar la técnica y para eso las partículas: copos de nieve, gotas de lluvia y champaña, astillas de vidrio, guirnaldas y todo lo que se desintegra.
Y el contexto histórico es de sobra conocido, son los años 20 en Nueva York y Baz Luhrmann, el director de "Moulin Rouge" (2001), filma secuencias largas, acrobáticas y espectaculares, donde todo es feroz: multitud, baile y alcohol.
El pianista enloquecido, las piscinas colosales, los fuegos de artificio, la reunión y ritmo de viejos con jóvenes y en cierta forma un pecado colectivo en movimiento, donde el anfitrión es alguien ausente y misterioso.
Leonardo DiCaprio cumple con el personaje y lo hace funcional a su propia agenda, es decir, subraya uno de los rasgos que lo identifican como actor, cuando fue Howard Hughes, J.Edgar Hoover, Rimbaud o Gatsby: la demencia detrás del poder y el talento.
El descubrimiento del personaje es la misión de Nick Carraway (Tobey Maguire), corredor de Bolsa, vecino de Gatsby y primo de Daisy Buchanan.
Buz Luhrmann le confiere a su papel de testigo otra dignidad: lo convierte en escritor, es cierto que por terapia, pero esa calidad extra no le presta lucidez ni sensibilidad.
Para el cine sigue siendo difícil descubrir a Gatsby, porque una parte de su vida se insinúa, otra se deduce y en una zona reina la mentira.
Esta versión, también la de Clayton y otra más débil, la de Elliot Nugent, de 1949, giran en torno a su trágico romanticismo, que es la manifestación más evidente y expuesta, de un personaje complejo en arribismo, encanto y enigma.
La película vislumbra y roza a ese hombre que se inventa una vida para traspasar las barreras de la alta sociedad y debe aprender su habla, modificar el pasado, entender de ropa, pulir el gusto, enriquecerse, adaptarse, y el amor de Daisy, es la corona del nuevo mundo.
A la película con este gran personaje le pasa lo mismo que a Jay Gatsby con esa luz verde al final del muelle: la distingue, pero no la atrapa.
"The Great Gatsby". EE.UU., 2013. Director: Baz Luhrmann. Con: Leonardo Di Caprio, Tobey Maguire, Carey Mulligan. 141 minutos. TE+7.