Un aire fresco trae al teatro la reposición de "Ánimas de día claro" de Alejandro Sieveking, dirigida por Nelson Brodt. Se sitúa en las cercanías de Talagante, pueblo al que se relaciona con la existencia de brujas. Alejandro Sieveking escribió esta obra para Bélgica Castro el año 1959, siendo todavía estudiante de teatro. Víctor Jara la dirigió como trabajo de egreso. Bélgica Castro, que ya era destacada actriz, hizo el papel de Bertina. El éxito fue inmediato, tanto que el Instituto del Teatro de la Universidad de Chile la incluyó en su temporada siguiente y fue estrenada el año 1962 en la misma sala Antonio Varas de hoy. Bélgica Castro estuvo en este nuevo reestreno, después de cincuenta años, y se lloró toda la obra.
En "Ánimas de día claro" y en "La Remolienda", Alejandro Sieveking se interna en el alma campesina. Tienen verdad y poesía. El lado ingenuo y puro del pueblo aparece en estas historias. En "Ánimas de día claro", unas señoras que murieron hace algún tiempo, quedaron retenidas en la tierra por la fuerza de un deseo no cumplido que, contra todas las expectativas, resultó no ser, como en los cuentos, un "beso de amor", sino algo mucho más sencillo: para Orfilia, era tomarse un trago de mistela, que el doctor le había prohibido; para Floridema, era recuperar una figurita de cerámica que ella había hecho; para Luzmira, darle una cachetada a una vieja entrometida y enredosa. Y todo dentro de una linda historia de amor muy bien armada.
Por su tema algo picaresco, "La Remolienda" ha tenido más reposiciones, pero "Ánimas de día claro" tiene una belleza más poética, directa, popular. Su construcción dramática crea los diferentes climas y expectativas de un modo justificado, hasta llegar a su final, un simbólico reflorecimiento de los árboles secos de la quinta.
La escenografía de Guillermo Ganga nos coloca ante una casita de campo, cuyo jardín y sus árboles están secos por un abandono de más de quince años; hace muy buenos juegos de luz: tenue, quebrada o en rayos según hace falta. Sergio Zapata pone las telas y el diseño característicos de los trajes antiguos de campo. La música del folclore, seleccionada y adaptada por Sergio Martínez, nos recibe desde antes de comenzar la función; se instala cuando las hermanas sacan sus guitarras descoloridas y tocan una cueca, bien zapateada por Eulogio, y luego pasa a ser un vals para que él y Bertina bailen su amor.
Las actuaciones no son propiamente realistas, acentúan los rasgos de cada personaje y el carácter campesino se da en tono gracioso. El temor de Indalicio y Nano frente a la casa en que penan, es un tanto exagerado, lo mismo que el sombrero, los juegos faciales y las actitudes de Yani Núñez como Zelmira, siempre junto a su hermana Floridema. Destaca Mónica Carrasco como la hermana mayor Luzmira, tiene un claro dominio de la escena, sus acciones tienen autoridad como personaje y como actriz. Jacqueline Boudón nos recuerda la gracia de su padre; Paloma Toral tiene el papel protagónico de Bertina; actúa bien su paso de los ochenta a los veinte años, pero pone excesiva teatralidad en su arrobamiento por Eulogio. Alejandro Contreras tiene el empaque del huaso "bien entallao" que atrae a todo ese grupo de mujeres. La escena en que llora arrodillado junto a Bertina por su temor a que el paso del tiempo le impida cumplir su promesa, es uno de los puntos altos de la obra. Nelson Brodt da a Oscar Zimmermann el papel de Oña Vicenta, "pajarraco maligno"; es una aventura de riesgo medido, porque Zimmerman es gran clown , y da a su personaje una apropiada exageración, que corresponde a un cierto alejamiento del realismo propuesto para todas las actuaciones.
Papel de los teatros universitarios es ayudar a formar una tradición teatral que aún no logramos construir. La reposición de "Ánimas de día claro", una bella obra que se interna en creencias y valores de nuestro ancestro campesino, va en esa línea. La versión de Nelson Brodt es respetuosa del lenguaje de la obra, y se atreve a jugar con las situaciones y con el carácter de los personajes.
"Ánimas de día claro"
Alejandro Sieveking.
Hasta el 22 de junio.
Jueves, viernes, sábado, 20:00 hr.
Sala Antonio Varas (Teatro Nacional Chileno, Morandé 25).
Entradas: $6.000 para público general y $3.000 estudiantes y tercera edad.