Esta película tiene cierto parentesco con "Contagio" (2011), una historia sobre epidemias globales, periodismo y redes sociales, donde el tono del relato era neutro, frío y sin una gota de sensacionalismo.
En "Efectos colaterales" también existe un mal global, pero no está en el rango de un virus mortal, porque clasifica como estado de ánimo. Es un sentimiento de desesperanza con tristeza, más angustia que califica como depresión.
Emily Taylor (Rooney Mara) padece el mal y aparentemente tiene razones concretas, porque su esposo, Martin (Channing Tatum), perdió su fortuna y libertad, y cayó a la cárcel por engaño y estafa.
La mujer sufre esta infelicidad e ingresa a un universo de médicos con recetas de tabletas y píldoras antidepresivas.
Este es un mundo de siquiatras en Nueva York y la doctora Sieberg (Catherine Zeta-Jones) con demasiada conciencia de su labor y también con satisfacción y crudeza, dice que ellos tratan enfermedades de ricos.
La película se mueve por estos conductos, entre la profunda depresión de Emily y los esfuerzos de Jonathan Banks (Jude Law), su médico, por recuperarla.
La mujer con su enfermedad puede llegar demasiado lejos, por sobre medicación, descontrol o incluso el suicidio.
Banks con su consulta y pacientes, también apunta alto, pero en sentido inverso: su carrera va en ascenso y ya distingue que el dinero en serio está en los tribunales y los laboratorios.
Pero Steven Soderbergh, que en esto es insobornable, desacomoda los planteamientos de la historia, se desplaza hacia otros géneros y evita las clasificaciones fáciles, con un giro de audacia, porque la película rompe los supuestos previos, según un título principal: la historia que estaba contando no es la verdadera y tampoco es la única, porque hay razones distintas y existe otra escala moral.
"Efectos colaterales", entonces, se vuelca sobre sí misma, sobre los argumentos y personajes, y todo lo que parecía ser, simplemente no es.
La inocencia y culpabilidad se licuan, se triza la estructura que había desarrollado y barre con los implícitos: las culpas de los laboratorios, la dependencia de los medicamentos y el mal global y compartido, llamado depresión.
"Efectos colaterales" muta, se transforma y empieza a caminar entre las paredes de otros géneros, desde la intriga policial al drama criminal o la historia de amor.
Y lo que parecía un asunto global y universal, se convierte en lo opuesto: es un caso particular y es estrictamente personal.
En este marco, las actrices y actores despliegan sus personajes.
Catherine Zeta-Jones, en su madurez, adquiere una presencia inquietante y poderosa.
Rooney Mara es un pozo de misterio femenino.
Y el doctor Jonathan Banks debe seguir las enseñanzas del cine negro: buscar a la mujer, seguirla, siempre la mujer.
"Side effects". 2013, EE.UU. Director: Steven Soderbergh. Con: Rooney Mara, Jude Law, Catherine Zeta-Jones. 106 minutos. Mayores de 14.