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Cartas
Lunes 13 de mayo de 2013
Validez de los votos
Señor Director:
En su carta publicada ayer en “El Mercurio”, el señor Enrique Goldfarb propone un imposible: aclarar lo que está claro. El texto de la ley no admite duda alguna cuando expresa, después de sostener que los únicos votos nulos son los que tienen marcada más de una preferencia: no se cuentan para nadie. Todos los demás son válidos. Por si no se quiere entender así, transcribo: “Se considerarán marcadas y podrán ser objetadas, por vocales y apoderados, las cédulas en que se ha marcado claramente una preferencia, aunque no necesariamente en la forma correcta señalada en el artículo 65, y las que tengan, además de la preferencia, leyendas, otras marcas o señas gráficas que se hayan producido en forma accidental o voluntaria, como también aquellas emitidas con una preferencia, pero sin los dobleces correctos. Estas cédulas deberán escrutarse a favor del candidato que indique la preferencia, pero deberá quedar constancia de sus marcas o accidentes en las actas respectivas con indicación de la preferencia que contienen” (artículo 71 párrafo 5 de la Ley 18.700, según la modificación de la Ley 20.568).
Aclaro al señor Goldfarb que no solo el presidente del Servel demostró ignorancia de la ley. También lo hizo el candidato presidencial Andrés Allamand, que festinó el texto legal en cuya discusión participó. El movimiento ciudadano y democrático “marcatuvoto”, al que pertenezco, agradeció la hidalguía del presidente del Servel, general (r) Juan Emilio Cheyre, de reconocer su error.
Como los sectores políticos vinculados con la dictadura han buscado desacreditar nuestro movimiento, aclaro que no solo Venezuela, Bolivia y Ecuador han adoptado sus textos constitucionales por la vía de asambleas constituyentes. También lo hicieron Perú en 1979 (una Constitución muy respetada por su contenido democrático por el pueblo peruano, y que solo vio su fin con el dictador Fujimori que no podía manejarse en ella); El Salvador en 1983; Guatemala en 1985 (al terminar una de sus dictaduras militares); Brasil en 1988, también al terminar su dictadura, a través de una comisión parlamentaria que funcionó como asamblea constituyente y es reconocida por los brasileños como tal la fuerte participación de todos los sectores políticos, gremiales, raciales, culturales, etcétera; Colombia en 1991, en mi opinión personal la más democrática por su génesis y contenido, por lo que Uribe se encargó de demoler. Todas estas constituciones fueron por lejos superiores en aceptación popular y amplio reconocimiento de derechos a las precedentes, y fueron y son muy queridas y respetadas por los pueblos.
Roberto Garretón
Abogado