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Cartas
Sábado 11 de mayo de 2013
Preocupante
Señor Director:
El rechazo informal del Senado a la propuesta previamente consensuada con el Ejecutivo de designar en la Corte Suprema a un ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago de larga trayectoria judicial por el contenido de sus fallos, según se ha informado explícita y públicamente, constituye un hecho de la mayor gravedad y de imprevisibles consecuencias en las relaciones entre los poderes del Estado y, por lo tanto, para el país.
Primero, porque es una clara infracción al artículo 76 de la Constitución Política, que otorga a los jueces la exclusividad del conocimiento, fallo y ejecución de los asuntos civiles y criminales de que conocen, disposición marco de otros principios y leyes que refuerzan la independencia de la judicatura.
Segundo, porque el mensaje que se irradia a los jueces que aspiran a la Corte Suprema y que tienen que conocer por razones de competencia legal causas de interés público o político, no es otro que o fallen acorde con el gobierno de turno o se abstengan en el futuro de cumplir su misión de declarar el derecho en esos casos, porque si lo hacen en uno u otro sentido, verán frustradas sus legítimas aspiraciones de llegar a la Corte Suprema después de toda una vida dedicada a la delicada misión de administrar justicia, la que para muchos existe solo si los jueces resuelven en su favor.
Finalmente, el hecho inédito que comentamos abre las compuertas a una abierta politización de una institucionalidad que hoy más que nunca requiere del apoyo ciudadano por haber sido -salvo épocas excepcionales- y ser hoy en los agitados días que corren, un baluarte del sistema democrático de gobierno. Es de esperar que por esta pendiente no se llegue a iniciativas de justicia popular en desmedro de la independencia y del profesionalismo de los jueces, como las que ocurren actualmente en otros países, difíciles de revertir posteriormente.
Lo anterior, sin considerar los aspectos éticos envueltos en el caso, preocupante.
Luis Bates