Recibo una voluminosa carta de la isapre en que cotizo que lleva por nombre "Carta de adecuación". Por la cantidad de documentos y explicaciones que van adjuntas, sospecho que la "adecuación" de la que se habla no es sino una denominación eufemística para designar un alza de los costos de mi plan.
En la carta de varias y tediosas páginas, la isapre enumera los "muchos beneficios" de los que gozo y ensalza la supuesta "libertad de elección" que se pretende resguardar y "con los precios más bajos que sea posible".
He reducido mi plan hasta llegar a tener uno muy malo y caro, por el que me sigo desangrando para pagarlo. Esta carta de adecuación tiene en algunos párrafos algo del tono encendido de un manifiesto. La habrá redactado algún ingeniero comercial con un abogado, ambos probablemente con algún postgrado en Oxford y Harvard, de esos que no tienen "calle" y están desvinculados completamente de la realidad de los ciudadanos de a pie. Bienintencionados jóvenes "buenitos", que probablemente colaborarán en obras de acción social y aparecerán en las páginas sociales de los diarios con la sonrisa típica que marca para siempre la cara de los buenos alumnos.
Claro, hay otros que, sabiendo que lo que hacen es éticamente reprochable, ya vendieron su alma al diablo, se instalaron en el cinismo y por lo menos no andan de "buenitos" por la vida. Porque los peores son aquellos que alardean de que hay que trabajar por los "pobres" y al mismo tiempo vulneran sistemáticamente desde sus bufetes los derechos de los ciudadanos de la clase media de este país. Cuando uno de los fallos de la justicia (que se demoran a veces misteriosamente en llegar) finalmente desnuda la ilegalidad en el cobro de comisiones unilaterales de la industria del retail y bancos, ponen cara de sorpresa, y en vez de asumir su responsabilidad moral, la derivan a los directorios o a terceros o a las circunstancias. Raramente los "buenitos", que siempre sonríen con halo de santidad, tienen coraje.
Me imagino lo difícil que será para los jóvenes profesionales recién egresados y tentados por buenos sueldos, que no son ni de los "buenitos" ni de los cínicos, sobrevivir en esas aguas. ¿Querrán ser ellos los legitimadores intelectuales de la rapiña? O enfermarán o se rebelarán, porque la situación de esquizofrenia moral sobre la que está parada el país ya no resiste más. Hace poco nos enteramos que había dos UDI: la UDI- retail (la de Golborne) y la UDI-Sernac (la de Longueira).
¿Es la última auténticamente "popular" o está coludida con la primera y es solo parte de una operación mediática con vista a resultados electorales? Eso está por verse. Pero lo que más impacta en estos días es saber que ex-MAPU, democratacristianos y socialistas incurrieron en las mismas prácticas demonizadas por los encendidos discursos de los dirigentes de sus partidos, que los colocaron en sus cargos para hacer un Estado que "protegiera" a los ciudadanos de los abusos. ¿Colocaron a las ovejas al cuidado de los lobos? Habrá que esperar para saber toda la verdad.
Yo, mientras tanto, sigo leyendo la "carta de adecuación" que me ha enviado mi isapre, que, alertada por esta sucesión de fallos judiciales, intenta hacer lo mismo (darme el zarpazo), pero esta vez avisándome que lo va a hacer, pero queriendo convencerme -con toda una lírica que casi me conmueve- de que lo hace en mi beneficio. Están disfrazando un alza que sigue siendo unilateral, pues es bien poco lo que puedo hacer ante ella. Y lo hace con una cháchara digna de Cantinflas. Claro, además habrán encontrado los subterfugios y resquicios para esconder todo viso de ilegalidad. Los cotizantes, clientes de los bancos y del retail somos como los inermes personajes de la novela de Huxley del "Mundo feliz" ante el Gran Hermano que lo controla todo. Por eso, solo me queda responderle a mi isapre: ¡Oh, gracias, Gran Hermana, por el favor concedido!