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Editorial
Lunes 06 de mayo de 2013
Evo contra "el imperio"
La lucha "antiimperialista" -esto es, contra Estados Unidos- ha sido una constante en el discurso político de caudillos populistas latinoamericanos que promueven un nacionalismo exacerbado...
En plena campaña para su re-reelección en 2014 (autorizada por un Tribunal Constitucional obviamente obsecuente), Evo profundizó la distancia entre su país y la superpotencia mundial con ese anuncio del 1 de mayo, cuyo objetivo es ganar más apoyo popular a su intención de mantenerse en el poder. En esa misma línea se entiende su precipitada concurrencia a la Corte Internacional de La Haya, para presentar la demanda en contra de Chile por negociaciones para una salida al Pacífico.
Es incomprensible, en todo caso, que al mismo tiempo que busca el concurso de organismos internacionales -tanto de dicho tribunal como en distintos foros mundiales- para que intercedan a favor de sus aspiraciones, Bolivia se empeñe en deteriorar los vínculos con EE.UU. de una manera tan vociferante y agresiva, lo cual en nada ayuda a su imagen de miembro confiable de la comunidad internacional.
La decisión contra USAID es la más reciente de las acciones para desligarse de Estados Unidos, que comenzaron con la expulsión, en 2008, del embajador Philip Goldberg y de la agencia antinarcóticos, DEA. El enfrentamiento con la agencia humanitaria parece haber comenzado cuando estableció programas de cultivos alternativos a la coca, lo cual molestó a Evo, quien sigue liderando a los productores de la materia prima de la cocaína. Desde que asumió Morales, los programas de la agencia disminuyeron notablemente. En 2007 Estados Unidos asignaba 89 millones de dólares al presupuesto de USAID para Bolivia; en 2010 se había reducido a 52 millones, en 2011 a 26,5 millones, para llegar este año a 17 millones, con un equipo formado apenas por 9 estadounidenses y 37 bolivianos. Según la agencia, el foco principal de sus proyectos humanitarios está en salud y nutrición maternal e infantil, lucha contra la degradación del medio ambiente y la contaminación (entre ellos en el lago Titicaca) y la protección de los recursos hídricos. Bolivia acusa a la USAID de apoyar a los indígenas del Tipnis, que se oponen a un proyecto de carretera que cruza su territorio. La agencia responde que todos los programas se hicieron en coordinación con el gobierno.
Sin embargo, la clave de la expulsión es la supuesta intervención política, y esa arista se relaciona con el apoyo que ha dado la agencia a algunas ONG que promueven el fortalecimiento de las instituciones democráticas y la responsabilidad ciudadana. De acuerdo con datos de la Associated Press, que consiguió mediante el Acta de Libertad de Información, en 2010 se asignaron 10 millones y medio de dólares a proyectos para "mejorar la gobernanza en un ambiente político de cambio". Nada puede haber molestado más a Evo Morales que el que organizaciones opositoras obtuvieran ayuda para poner coto a sus ambiciones políticas, precisamente ahora que va por su tercer mandato.
China transparenta su política de defensa
En momentos de alta tensión en el Extremo Oriente debido a la política nuclear de Corea del Norte, las disputas que mantiene China por la soberanía de diversas islas en los mares adyacentes quedan en segundo plano, pero no por ello son menos alarmantes. Hace pocos días, ocho barcos chinos se adentraron en las aguas territoriales del archipiélago Senkaku, controlado por Japón pero reclamado por China, que lo denomina Diaoyu. La tensión crece hace ya ocho meses, cuando el Estado nipón compró a su dueño tres de los cinco islotes, lo que fue considerado por Beijing una provocación. El territorio en sí es irrelevante, pero es valioso el potencial de hidrocarburos y de pesca alrededor. China mantiene disputas también con Filipinas, Brunei y Malasia por otras islas con potenciales riquezas naturales.
Con su espectacular crecimiento en los últimos años y su nuevo posicionamiento global, no extraña que China quiera consolidar su poder en la región asiática. A mediados de abril, el gobierno publicó un "Libro Blanco de Defensa", en el que establece las prioridades de sus fuerzas armadas. Luego de una introducción en que se reafirma su vocación pacífica, el texto hace referencia directa a los "problemas" causados por Japón y a la creciente presencia de "cierto país" que "fortalece sus alianzas en el Asia Pacífico y aumenta su presencia militar", en obvia alusión a Estados Unidos, que hizo explícita su voluntad de hacer del Asia-Pacífico uno de los "pivotes" de su política exterior y de defensa. Washington, que tiene un predominio militar y naval indiscutido en la zona, ha dicho que se mantiene neutral en la disputa por las islas, pero en caso de acciones bélicas debería tomar partido por Japón, con el cual tiene un tratado de defensa. La necesaria y activa relación entre Washington y Beijing hace parecer inconcebible una confrontación militar entre ambos, mas no así la pugna por influencia política y económica en Asia y el resto del mundo.
El "Libro Blanco" del Consejo de Estado reconoce la voluntad china de "proteger sus intereses en el exterior", y deja en claro que "con la gradual integración de China al sistema económico mundial", estos "se convierten en un componente integral del interés nacional". Se trata de los recursos naturales y energéticos que requiere China para su economía, así como de la protección de las rutas de navegación y de los ciudadanos chinos en el extranjero.
El anuncio de una eventual participación activa de las FF.AA. chinas en el exterior es algo de lo que hay que tomar nota, pues muchos países latinoamericanos, entre ellos Chile, son proveedores de materias primas y alimentos, vitales para el desarrollo chino.