Ian Padrón, realizador de videoclips e hijo del cineasta humorístico Juan Padrón (Elpidio Valdés, Vampiros en La Habana), debutó en el largometraje de ficción con esta película, que en el 2011 fue la representante cubana para el Oscar a la Mejor Película Extranjera.
Es una historia sencilla: el niño de 12 años Mayito (Ernesto Escalona), hijo de un matrimonio próspero, habitante del barrio habanero de Miramar, sobreprotegido y sin amigos, se pierde durante la marcha del 1° de mayo hacia la Plaza de la Revolución y va a parar al barrio bajo de La Tinta, pobre y peligroso, donde vive su compañero de curso Carlos (Andy Fornaris), un niño disruptivo y pendenciero. Mayito acaba de recibir de su padre jazzista un equipo de Playstation 3, algo que Carlos nunca ha visto.
Es el prototipo del encuentro niño rico-niño pobre, aunque Ian Padrón se toma 15 minutos en presentar a sus personajes. En el resto del metraje cuentan: el desapego de los padres de Mayito, preocupados de una grabación que deben concluir durante el día; la desesperada búsqueda de la profesora Claudia (Claudia Alvariño) en pos de Mayito perdido; los esfuerzos vanos de los dos niños por jugar en el Playstation; y, sobre todo, la inmersión de Payito en el submundo depauperado de La Tinta, donde abundan la miseria, las pandillas y el delito.
Nada de esto sería muy interesante si no ocurriera en La Habana y en medio del Día de los Trabajadores, con funcionarios que proclaman el vigor igualitario de la revolución y el imperio de la sociedad sin clases. Sería un exceso ideológico ver en la exhibición de contradicciones sociales que representa la aventura de Payito y Carlos una crítica social muy aguda; los pocos asomos que hay en la película no autorizan esa interpretación y más bien empujan en la dirección de un cierto naturalismo a la Émile Zola, que, bueno es recordarlo, está entre las influencias de Marx. Siempre que se trata de Cuba, es inevitable que una cierta sombra política revolotee sobre el relato.
La atención de Habanastation se mueve en un nivel un poco más bajo, un poco más básico. Es un melodrama con toques de humor habanero, con intenciones eclécticas ("a los niños del mundo", dice la dedicatoria) y con una estética contrariada entre el realismo y el videoclip. El mejor momento de la película -uno solo- es un breve travelling que se mueve desde lo que parece un jardín de casas pintorescas hacia un río cenizo y contaminado.
La pregunta final es si la educación igualitaria realmente "empareja la cancha". Habanastation sugiere que no, que las diferencias están mucho más abajo que la escuela, que resisten y superan a todos los modelos de ingeniería social y que solo las combate la experiencia del otro. Que el símbolo de ese encuentro sea un Playstation puede ser un sarcasmo involuntario dentro de una cinta que pesa lo que una pluma.
Habanastation. Dirección: Ian Padrón. Con: Ernesto Escalona, Andy Fornaris, Luis Alberto García, Blanca Rosa Blanco, Claudia Alvariño. 96 minutos.