Justo en la semana en que O'Higgins se sintió más perjudicado por las decisiones directivas, su equipo no solo dio el zarpazo en la tabla, sino que puso en evidencia que su postulación al título va en serio. Dejó en el camino a la Unión, haciendo manifiesto que la presión de la punta terminó destrozando a las universidades, que volvieron a sembrar dudas sobre sus reales capacidades.
Es esa lucha, cerrada y sin treguas, por los primeros lugares, se volvió a desnudar nuestra pobre realidad directiva. Los rancagüinos pidieron, en todo su derecho, la reprogramación del partido del viernes, sin obtener respuesta satisfactoria de la ANFP pese a que la solución parecía simple por la vía de la sensatez. Ricardo Abumohor, mecenas de viejo cuño y adalid -junto a Miguel Bauzá, otro ex timonel de Quilín- de la oposición a Jadue, dijo que los actuales regentes "se habían escondido como ratas detrás de la selección".
El actual presidente replicó destempladamente, utilizando metáforas de dudosa calaña, acusándolo de adicción y problemas familiares, además de rasgos de senilidad. Abumohor cerró el capítulo recordando los líos judiciales del calerano por violencia intrafamiliar. Todo muy fino, por cierto, demostrando que las heridas de la elección pasada aún no cierran y que sentarse en la testera del fútbol chileno no garantiza altura de miras. Un debate que nos enaltece, por cierto, cuando el fútbol chileno aspira a cargos en ese selecto grupo de dirigentes que conforma la Confederación Sudamericana, un ejemplo de probidad y transparencia. Con este nivel, nos merecemos el puesto que deja vacante el ilustrísimo Nicolás Leoz.
Los rancagüinos, que fueron finalistas hace un año y estuvieron a un minuto del título, son candidatos por la certera política de contrataciones, por el trabajo eficiente de Berizzo y por una política institucional coherente en los últimos años. Basta recordar que Jorge Sampaoli llegó a Chile para dirigir a los celestes y que por sus filas han pasado interesantes figuras que la grúa luego levantó. Su política de divisiones menores ofrece, como es tradición, interesantes promesas.
Si esta vez llega al título, será un sentido homenaje a los hinchas que este año dejaron la vida por acompañar a los colores en una carretera sureña. El mérito de su técnico es el mismo del "Coto" Sierra: ser capaces de reconstruir un cuadro competitivo tras ser arrasado por el éxodo de sus mejores figuras en años anteriores.
En esta lucha sin cuartel por la corona, no convendría dejar pasar las amenazas de muerte contra Marco Antonio Figueroa en el resucitado Cobreloa, un cuadro convulsionado en las últimas jornadas, pese a que ya no juega en Calama. El mismo ahínco con que las autoridades promocionan el plan Estadio Seguro debería usarse ahora para investigar este caso.
Un clima enrarecido, por cierto, que provoca un final de torneo que nos tendrá ocupados esta semana por la "crisis" de los equipos de Lasarte y Franco, incapaces de tomar la oportunidad que se les brindó esta fecha. Y pendientes de otro cisma anticipado que nos confronta otra vez con nuestros peores pecados: el clásico. ¿Estaremos a la altura?