Otra muestra del enorme talento de Cristián Plana, "Castigo" es una experiencia escénica que continúa su abordaje de los universos creativos de August Strindberg -tenemos aún presente su notable versión de "La señorita Julia" en 2011- y el austríaco Thomas Bernhard ("Partido", "Comida alemana"), para explorar los mismos temas y usando similares recursos, en una línea aún más estilizada de teatralidad pura y despojada, una abstracción arquetípica para ser contemplada y despertar resonancias simbólicas y subconscientes.
A partir de un breve episodio narrado por Strindberg en su novela autobiográfica "El hijo de la sierva", crea un acto teatral con escasos diálogos y en el cual la palabra hablada no es determinante, que muestra nada más que a una familia al filo de 1900 cenando en el comedor hogareño. Las acciones físicas y relaciones sugeridas entre los cinco personajes -el padre de severo y omnipotente autoritarismo, la madre otra vez embarazada grosera y cruel, sus dos hijos y la obsecuente criada- trazan una situación por completo cotidiana y reconocible, convertida en un estado alterado, un mal sueño siniestramente represivo y castrador. Aunque parece naturalista, lo que percibimos está procesado por el recuerdo y la imaginación del niño y obedece a su lógica arbitraria.
Cuando el patriarca acusa al menor de vaciar una botella de vino y lo somete a duro castigo, la escena ya se ha llenado de conductas torcidas y signos contradictorios o ambiguos (la sirvienta vocaliza 'lieder'). No sorprende demasiado que hacia el final la ventana se abra e irrumpa una nevazón que en cámara lenta congela y sepulta ese mundo odioso en una suerte de apoteosis onírica y operática. Así, la revancha del pequeño victimizado se consuma en la fantasía de matar a sus padres.
Liberándose del lastre biográfico, la obra en la intensa hora que dura propone, con sus imágenes asfixiantes y perturbadoras y las sensaciones viscerales que provoca, una feroz y demoledora crítica a la institución familiar, y la sociedad de la cual es célula básica. Está, por cierto, admirablemente ejecutada en todos sus recursos. No se puede dejar de destacar la muy verosímil interpretación de los niños, clave en este caso.
Teatro La Memoria. Bellavista 0503, Metro Salvador. Miércoles a sábado a las 21:00 horas. Domingo a las 20:00 horas. $4.000 general. $2.000 miércoles, jueves y estudiantes. Informaciones y reservas al 2732 3000.