Esta es una visión personal para el Chile del futuro, que procura describir los pilares en los que se funda una sociedad libre, abierta y democrática, basada en la autonomía responsable de las personas.
Contraste de visiones
Como nunca desde el regreso a la democracia, esta campaña presidencial enfrentará a dos visiones de sociedad. Una, es la visión socialista, encarnada por la principal candidata de oposición, Michelle Bachelet, en cuyo discurso abundan términos como "redistribución de ingresos", "derechos" y "gratuidad". La otra es la visión de derecha liberal, en la que aparecen con frecuencia conceptos como "creación de riqueza", "oportunidades" y "retribución al esfuerzo". Y no se trata que la intersección entre ambas visiones sea nula -el mundo moderno es demasiado complejo como para describirlo de manera maniquea-, sino que los énfasis de ambas son distintos. Cualquier gobierno que quiera hacer una propuesta seria de futuro no puede prescindir del mercado para generar riqueza con eficiencia -y el cuestionamiento que hoy se le hace no tiene sustento en la evidencia empírica mundial-, pero tampoco puede prescindir del Estado para mitigar desigualdades de ingresos u oportunidades y atenuar externalidades negativas. Escoger entre esas distintas visiones, y dónde se deben poner los énfasis, es la tarea que enfrentarán los chilenos en las elecciones presidenciales de fin de año.
Calidad de vida y movilidad social
El objetivo más importante en la construcción del país que queremos es la mejoría de la calidad de vida de las personas, tanto en el ámbito individual como en la interacción social. Para ello es clave las oportunidades que las personas tengan para desarrollarse, las herramientas que la sociedad les provea para ello, y la prosperidad que puedan alcanzar como fruto de su esfuerzo individual.
Así, igual oportunidad para todos en educación y eliminación de barreras a la movilidad social, para que cada uno construya su vida con autonomía y libertad conforme a sus talentos e intereses, tiene preeminencia sobre los derechos sociales universales, cuyas opciones tienden a ser sugeridas de manera única por una autoridad central.
Pero la calidad de vida requiere además de "herramientas", provistas por la sociedad de manera pública y puestas al servicio de las personas, que les den acceso al conocimiento, a las expresiones artísticas y a la distracción: parques públicos, museos, bibliotecas, salas de arte y espacios públicos de interacción. ¿Por qué el cerro San Cristóbal es un divisor en vez de un conector de la ciudad, y no tiene un plan maestro que lo dote de una infraestructura de clase mundial? El Estado, en esta visión, debe balancear el esfuerzo que hasta ahora ha desplegado en inversión social, con un inédito esfuerzo en infraestructura que mejore la calidad de vida colectiva de la gente. Más herramientas y menos dádivas es lo que nuestros ciudadanos necesitan.
Educación
Garantizar una educación de calidad para todos, desde prebásica hasta la media, es una aspiración consensuada en el Chile de hoy. La meta de que a finales de esta década la subvención anual promedio equivalga al costo de un colegio particular pagado (¿unos US$ 4.000 del año 2020?), y que los alumnos de esos colegios aspiren a 300 puntos promedio en las pruebas Simce es posible de alcanzar. Si además se agrega una subvención para la educación prebásica, 25% más alta que la anterior, y para todos los niños, habremos logrado nivelar la cancha de las oportunidades. Pero nosotros queremos preservar la libre elección que los padres puedan hacer del establecimiento escolar al que vayan sus hijos, permitiendo que la subvención la destinen a cualquier colegio, público o privado, que cumpla con la calidad establecida. Ello requeriría pasar del presupuesto educacional actual de US$ 12.500 millones a unos US$ 20.000 millones a 2020, (1.000 millones adicionales cada año).
Emprendimiento e innovación
Para nivelar las oportunidades, para entregar herramientas que mejoren la calidad de vida de las personas, para eliminar las barreras que impiden una mayor movilidad social y para financiar el presupuesto de educación de fines de esta década, es imperioso mantener el actual vigoroso proceso de creación de riqueza. En el mundo global, digital y basado en el conocimiento en el que estamos insertos, ello requiere de permanente innovación, de un incesante emprendimiento, pero también de ciencia y tecnología. Esa tétrada virtuosa, articulada armónicamente como las notas de un acorde, está en el corazón de la prosperidad futura, pero sólo si es acompañada de mucho trabajo y transpiración. La prosperidad es la que nos entregará más opciones de tiempo libre, pero ello nunca ocurrirá al revés.
El país al que aspiramos es uno en que los ciudadanos se sientan protagonistas de sus propias vidas, y en el que tengan a su alcance herramientas que enriquezcan sus opciones. La generación de riqueza, la igualdad de oportunidades, la movilidad social y la calidad de vida, basadas todas en el esfuerzo individual y colectivo, pero siempre en el esfuerzo, porque no hay beneficios sin aquel, son los pilares de la sociedad del futuro que anhelamos.
Grandes desafíos
A pesar de los éxitos obtenidos por nuestro país en los últimos 30 años, los consensos básicos que sirvieron de base para que esos logros se alcanzaran, están siendo cuestionados por grupos de oposición al actual gobierno. Se cuestiona el modelo de generación de riqueza, se cuestiona la Constitución, se cuestiona la tecnocracia, se cuestiona la meritocracia, se cuestiona la democracia representativa. Sin embargo, no se ofrecen estructuras de reemplazo, más allá de consignas. De allí que la candidatura socialista busque interpretar esos cuestionamientos con eslóganes como "derechos", "gratuidad", "asamblea constituyente" y otros.
En nuestra visión, no hay atajos. Los beneficios se obtienen con trabajo y esfuerzo, no con gratuidad y derechos garantizados. La riqueza la generan las personas con su creatividad e ingenio y no las burocracias estatales. Las desigualdades y los abusos se corrigen con mejor institucionalidad, no con prohibiciones generalizadas.
El mundo del futuro -digital, global, tecnológico y competitivo- no nos permitirá seguir el facilismo simplista de las recetas mágicas, sino que, por el contrario, nos exigirá de mejor educación, más emprendimiento, más innovación y más trabajo, que son los ingredientes necesarios para acceder a mayor esparcimiento, cultura y calidad de vida.