Es el 2077, la Tierra después de la guerra, una larga devastación de bombas nucleares, terremotos y tsunamis que ha dejado al planeta inhabitable. Según le gusta repetir a Jack Harper (Tom Cruise), "ganamos la guerra pero perdimos el planeta". Harper es el técnico en una base desde la cual se vigilan las grandes torres que absorben el agua del océano para llevarla, bajo la dirección de la nave madre Tet, hasta Titán, la luna de Saturno que será el nuevo hogar de la humanidad. Entre tanto, hay que evitar que los "carroñeros", los enemigos que aún pululan por la Tierra, saboteen las operaciones.
Harper vive y duerme en la base con Victoria (Andrea Riseborough), que es la operadora, y ambos dependen de Sally (Melissa Leo), una oficial que da las instrucciones a la distancia. La única anormalidad es que a veces Jack Harper tiene fugaces recuerdos de un Nueva York en blanco y negro, una torre, una terraza. Pero sabe que él, como Victoria, fue sometido a un borrado total de su memoria para proteger secretos militares.
Y de pronto, en la exacta mitad del relato, todos los supuestos se revierten. Aparece otra mujer, la astronauta Julia (Olga Kurylenko), y el espectador descubre que, como la memoria de Jack, ha estado trabajando sólo con fragmentos de la historia.
Para abordar Oblivion puede ser útil decir antes lo que no es. No es otro bodrio acerca del último-hombre.en-la-tierra; hay más inteligencia invertida aquí que el habitual despliegue de efectos especiales. Ahí están las citas a los "Cantos de la antigua Roma" de Thomas Macaulay, o la delicada presencia de "Christina's world", la gran pintura de Andrew Wyeth, por sólo mencionar un par. De acuerdo, todo esto es un poco pedante; pero es en serio.
Tampoco es otra superproducción simplona; el director Joseph Kosinski es pulcro y firme, y aquí ha creado unas imágenes impresionantes: el puente de Brooklyn en jirones, la Estatua de la Libertad quebrada, grandes buques hundidos en la tierra, un verdadero tableaux paisajístico del apocalipsis.
Es, por cierto, ciencia-ficción. Pero como en los mejores especímenes de este género, el futuro es sólo un pretexto para hablar de otras cosas. Por el medio de Oblivion circula la crisis sentimental de Jack Harper, que ha flirteado con dos mujeres opuestas, puntuada con un humor a ratos delirante ("te he querido desde que tengo memoria", le dice Jack, el hombre sin memoria, a una de sus mujeres). En esta línea, Oblivion trata más del amor y el recuerdo que de las veleidosas convicciones políticas de Jack Harper ("esta gente me necesita") o de la destrucción de la Tierra.
Se dirá que es una desproporción montar un conflicto afectivo sobre la base de un apocalipsis. Pero ¿no es la desproporción una de las maneras de convertir un dilema amoroso en una tragedia existencial? Oblivion es bastante más de lo que parece y esa es una excelente razón para darle una oportunidad.
Oblivion. Dirección: Joseph Kosinski. Con: Tom Cruise, Andrea Riseborough, Olga Kurylenko, Morgan Freeman.
126 minutos.