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Editorial
Lunes 15 de abril de 2013
Cambios en las demandas estudiantiles
Hoy el movimiento pone el acento en el fin del lucro a todo nivel, la educación estatal y la gratuidad transversal. La reciente marcha estudiantil mostró esta evolución de las demandas...
Siete años después de que la educación se convirtiera en tema central de la agenda pública tras el llamado "movimiento pingüino", las demandas estudiantiles han experimentado un notorio cambio, como quedó de manifiesto en la reciente marcha. En 2006, cien mil estudiantes salieron a las calles y paralizaron escuelas y liceos en protesta por el alza en el cobro de la PSU y las restricciones para el uso del pase escolar; sus exigencias incluían también la derogación de la LOCE, la reformulación de la jornada escolar completa, una educación pública de calidad y la desmunicipalización del sistema. Como respuesta, se creó un amplio consejo asesor que recomendó cambios importantes en la institucionalidad, que en parte se plasmaron en la nueva Ley General de Educación.
En 2011 cobró nuevamente fuerza el movimiento estudiantil, esta vez encabezado por estudiantes de la educación superior. Sus masivas manifestaciones demandaban mayor financiamiento del Estado, democratización del acceso a la educación superior y más participación en el gobierno universitario.
El amplio apoyo de la ciudadanía a las demandas de los estudiantes impulsó acuerdos políticos para reforzar la institucionalidad en educación escolar y superior. El nuevo sistema de aseguramiento de la calidad, la Superintendencia de Educación Escolar, la Agencia de Calidad y un consejo de perfil más autónomo han contribuido a reforzar el trabajo desde el aula hacia todo el sistema. En educación superior, importantes avances en aspectos de financiamiento -modificación del crédito con aval del Estado y de los créditos Corfo-; propuestas en los procesos de admisión y acreditación, y la creación de herramientas fiscalizadoras eficaces mediante una Superintendencia de Educación Superior, aún en trámite legislativo, permiten afirmar que las demandas estudiantiles no han sido desoídas. El significativo aumento presupuestario en educación prueba la relevancia que se le ha dado.
Sin embargo, lo que comenzó como una demanda por calidad ha derivado en un discurso más ideológico. Liderado por dirigentes pertenecientes a grupos de izquierda que reivindican su autonomía respecto de los partidos, hoy el movimiento pone el acento en el fin del lucro a todo nivel, la educación estatal y la gratuidad transversal. La reciente marcha estudiantil mostró esta evolución de las demandas. El distanciamiento explícito e insistente de toda candidatura presidencial y la alusión durante la marcha a temas ajenos al estudiantil -como la nacionalización de los recursos naturales, incluido el cobre; la reforma tributaria, entre otras reivindicaciones- dan cuenta de un discurso diferente del que iniciaron "los pingüinos".
El enrarecimiento del debate político que derivó en la acusación contra el ministro Beyer implica un grave retroceso en una agenda legislativa educacional que empezó a esbozarse hace siete años, y que hoy comienza a desdibujarse entre los vaivenes políticos de un año electoral. Las altas expectativas que en esta materia tiene justificadamente la ciudadanía obligan a buscar acuerdos que permitan debates responsables, conducentes a reforzar un sistema educacional mixto, integrador y de calidad.