Nos hemos acostumbrado a escuchar que la economía del país depende de los "recursos naturales". A renglón seguido, escuchamos que es precaria, pues esos recursos algún día se van a extinguir o ser sustituidos. Para rematar advirtiendo que la sostenibilidad de la economía chilena estriba en su capacidad para transitar desde la "explotación" de tales recursos a labores que contengan real valor agregado; esto es, basadas en la acción humana y no en lo que nos da la naturaleza.
Tales aseveraciones no solo son injustas; son además erróneas.
Son injustas, porque degradan la labor de los cientos de miles de compatriotas que trabajan en la minería, la piscicultura, la actividad forestal, la pesca, la fruticultura, y muchas otras actividades en que hay una directa relación entre el ser humano y lo que denominamos naturaleza. Para el discurso oficial, sus actividades serían inferiores en la "escala universal del valor agregado", en cuyo estrato superior estaría, para algunos, la industria manufacturera, con sus obreros, técnicos e ingenieros, y para otros, la actual industria creativa, con sus programadores, diseñadores, financieros, guionistas, creativos, comunicadores, etcétera. En otras palabras, la fantasía de unos es ver a Chile transformado en un Detroit, y la de otros en un Silicon Valley: no hay otra vía para ser verdaderamente desarrollado.
Quienes miran con tal desdén la "explotación de los recursos naturales" me temo no conocen, por ejemplo, la gran minería del cobre o las plantas de celulosa o los cultivos de fruta. En ellas -como en muchas otras actividades del mismo tipo- hay trabajadores altamente especializados, tecnologías sofisticadísimas, organizaciones complejas, ingeniería de punta, cadenas de empresas proveedoras, centros de formación técnica y universitaria, y así por delante. ¿Por qué todo esto no califica como "valor agregado" y sí lo haría, por ejemplo, la creación de una web , de un producto financiero, de un tablet o de un restaurante? ¿Por qué la "agregación de valor" sería un privilegio del mundo urbano (y, en nuestro caso, de Santiago), que es donde se concentran escandalosamente las industrias manufacturera y creativa?
Los que miran como una señal de atraso y primitivismo la "explotación de los recursos naturales" parten de un supuesto profundamente erróneo: aquel según el cual lo natural es distinto y está separado de la acción humana. Así lo sostienen autores como William Cronon, Bruno Latour y muchos otros. La naturaleza no está ahí, disponible para ser "explotada". Esta no puede ser aislada de los humanos, y estos no pueden prescindir de la naturaleza. No existe una cosa, dominio o territorio físico y ontológico llamado "recursos naturales", y otro llamado "manufacturero" o "creativo". El árbol de un jardín no es menos natural que el de la selva. El dualismo "humano"-"no humano", en suma, es un mito.
Eso de que el "valor agregado" se contrapone a los "recursos naturales" es una ideología que nos conduce a desvalorizar lo que nosotros mismos hacemos. Acabar con esto exige romper con el paradigma en que se basa: la falsa creencia de que existe una rama pedestre encargada de "explotar" la naturaleza, y otra, más sofisticada, que produce exclusivamente a partir de lo humano. Tal separación no existe: ambas ramas están profundamente entramadas. Tanto en Calama, Antofagasta, Puerto Montt o Arauco, como en Detroit y Silicon Valley, se está creando un mundo común entre humanos y no-humanos. Solo pensando de este modo, humanizando la "explotación de los recursos naturales", estaremos comprendiendo y honrando lo que los chilenos realmente hacemos.