David Pizarro dijo desde Italia que no estaba dispuesto a ser la niñera de la selección, para cuidar a niños de 19 años. Una declaración breve, sin mayores explicaciones y que, según entendemos, no fue capaz de decirle a todos quienes lo habían llamado para invitarlo a ser parte de los últimos tres procesos de la Roja. Ni a los técnicos ni a los dirigentes.
Ese es su sentimiento y su reclamo resulta atendible, aunque los actos de indisciplina lo hayan cometido hombres que ya tienen bastante más de 19 años. Y sin especificar que ha hecho en otros escenarios. Estuvo -sin mucha participación- en el Manchester City, donde entre Balotelli y Tévez harían empalidecer a Valdivia y sus acompañantes en los últimos escándalos de la selección chilena, sin que se supiera que Pizarro debiera ponerse el delantal y asumir el cuidado de sus compañeros para aliviar a Mancini. Pero en la selección es otra cosa, aparentemente, y el porteño asume su deber para con el comportamiento del grupo.
Es extraño lo de Pizarro, a quien ni el régimen disciplinario de Marcelo Bielsa para el Mundial le ha parecido adecuado, pero en lo personal las dudas se me disipan con uno de los casos de renuncia menos explicitados de los últimos años. Y está bien, una cosa es no querer ser niñera y otra diferente es no contestar el teléfono para dar una explicación que está tan clara. Punto final para una ausencia que siempre estuvo en duda.
Pero al menos, ya está claro. Porque lo que falta por estos días es claridad. Nos gustaría, por ejemplo, que Jorge Sampaoli tomara un camino distinto al de sus antecesores en cada nómina, explicando las convocatorias y los gustos específicos. No tengo claro aún, por ejemplo, el por qué se queda afuera Marco Estrada en el último tiempo, pese a tener campaña regular en Francia, y se convoca a Junior Fernández, de escasa presencia en Alemania, para poner apenas un ejemplo.
Lo que volvió a quedar claro ayer, en los hechos, es por qué el técnico nacional optó por Nicolás Castillo por sobre Carlos Muñoz para remediar su carencia de atacantes centrales. Si Muñoz hubiera estado fino en las últimas cuatro fechas, Colo Colo estaría igual en crisis institucional, pero sumaría varios puntos más en la tabla de posiciones y podría -aunque parezca insólito- estar en la pelea del título. Y aunque pudiera parecer un despropósito la llamada al juvenil, que ha jugado poco y está evidentemente ansioso, resulta demasiado premio para el colocolino en una temporada donde el arco le ha sido tan esquivo en momentos claves. Pocas veces se ha visto una farra de estas proporciones, donde obviamente "el cachetoncito" no es el único responsable, pero sí su cara más visible.