Convencido de no poder aportar de manera eficiente al proceso clasificatorio, Humberto Suazo decidió renunciar a la selección chilena. La determinación de "Chupete", seguramente condicionada por otras renuncias de similar carácter que han conmovido al mundo en las últimas semanas, sorprende por el pésimo momento en que se produce. Y abre, además, una serie de especulaciones sobre la causa que la desencadena.
El momento es malo, digo, porque es el inicio formal de un nuevo proceso, porque hay poco tiempo para trabajar a un sucesor, porque los partidos que vienen son claves. Y porque si esa era su sensación, la lógica es que se la comunicara previamente al cuerpo técnico, para no colocar a Sampaoli en la disyuntiva de rearmar sobre la marcha los planes. Hace menos de un mes ante Egipto, en el único partido del técnico con la dotación completa, Suazo se apersonó y jugó todo el primer tiempo. Si hubiera advertido sobre la situación, el adiestrador habría podido ensayar otras fórmulas.
Si el paso al costado lo da porque está en proceso de renegociación con el Monterrey, porque no le agradó la convocatoria de Jorge Valdivia, agobiado por problemas familiares o en el convencimiento de que no llegará a la próxima Copa del Mundo, es pasto para el debate, pero no llega al fondo del tema: Suazo hace mucho rato que no se siente feliz en la selección, y los rumores sobre su adiós se venían repitiendo desde hace un año, cuando Claudio Borghi debió salir a respaldarlo. En la duda permanente, "Chupete" no tenía el fuego necesario desde su ingrato paso por el Mundial de Sudáfrica para repetir la extraordinaria campaña de las clasificatorias anteriores, y ese es un hecho evidente.
Consumados los hechos, solo cabe el lamento. Se pierde una alternativa importante, se alivia al adversario, se desbarajustan los planes. Y se reabre la discusión. ¿Por qué en esta instancia Esteban Paredes, de buena campaña en el fútbol mexicano y probadamente eficiente con la Roja, no es considerado? ¿Pasará Alexis Sánchez al centro del ataque, como parece ser su actual preferencia? ¿Se afianzará Angelo Henríquez en las nóminas o privilegiará el Mundial de Turquía, al cual ya estamos clasificados?
Renunciado por considerar que no está en condiciones de ser una solución a los problemas actuales, Humberto no se irá en helicóptero a Castel Gandolfo ni su reemplazo requerirá de un cónclave. Pero deja un vacío difícil de llenar. Y los candidatos parecen muchos, aunque hasta ahora no hay un favorito evidente. El sucesor tendrá que ganarse el sitial.