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Editorial
Miércoles 06 de marzo de 2013
La importancia de Hugo Chávez
La importancia de Chávez en el concierto latinoamericano puede ser distinta de la que hoy imaginamos. No es improbable que sus seguidores logren retener el poder con Maduro, pero parece inevitable el desvanecimiento paulatino del chavismo en Venezuela...
Al final -cualquiera sea el plazo necesario para ello-, sin duda conoceremos los detalles de la fría operación de absorción total del poder político por la cual Hugo Chávez, condenado por el cáncer, libró su última y exitosa campaña electoral, sumiéndose luego en un largo sopor cubano, desprovisto de toda información válida. Ha muerto uno de los políticos más polémicos de las últimas décadas en América Latina, que trabajó magistralmente su indudable carisma. Gobernó Venezuela por 14 años con una mezcla de populismo de billetera petrolera abierta, socialismo revolucionario sesentero, y ruidoso pintoresquismo "bolivariano".
Desde 1998 ganó una decena de elecciones y referendos que le permitieron avanzar en la instauración de su "socialismo del siglo XXI", en la huella de Fidel Castro, reemplazando las armas por los votos. Revirtió su escasa mayoría inicial al azuzar el odio popular contra la "oligarquía corrupta" y los partidos tradicionales que "robaban la riqueza del petróleo", desplegando programas sociales ("Misiones") que le reportaron notables alzas en su popularidad, y llamando a una Asamblea Constituyente que le aseguraría un sistema político favorable, con una nueva Carta a su medida.
En estos 14 años, usando ampliamente sus habilidades mediáticas, polarizó a los venezolanos en dos mundos aparentemente inconciliables, pues siempre dejó en claro que él no gobernaba para la oposición, sino solo para sus partidarios. En este contexto, atacó a los medios de comunicación neutrales y opositores, persiguiéndolos judicialmente. Su blanco especial fueron los canales de TV de alcance nacional y de noticias: algunos perdieron las concesiones, otros cedieron y cambiaron su programación, eliminando la actualidad política y económica.
Suplantando el contenido histórico de la figura de Simón Bolívar, Chávez realizó un plan de nacionalizaciones y expropiaciones, que se iniciaron con una reforma agraria que confiscó áreas supuestamente mal explotadas, y siguió con hidrocarburos, cementeras y otras industrias en manos de privados, principalmente extranjeros. El gran botín fue el petróleo, al marginar o reducir la participación de empresas privadas, concentrando todo el negocio en el gigante petrolero PDVSA. Gracias al buen precio del crudo en la última década, y al uso discrecional que hizo de sus utilidades -que iban a un fondo que manejaba personalmente-, financió los planes sociales, subsidios y regalías que mejoraron condiciones de vida de la población más pobre, ayudándole a consolidar su poder, a costa de la salud económica del país.
En el frente externo, tuvo la pretensión de liderar la región latinoamericana, proclamando un "antiimperialismo". Con EE.UU. mantuvo tensas relaciones diplomáticas, aun cuando era el principal comprador de su petróleo y el proveedor de los derivados que Venezuela no puede refinar. Memorable fue su discurso en la ONU, en 2006, cuando, utilizando la tribuna el día después de George W. Bush, a quien llamó "el diablo", dijo que "aquí huele a azufre todavía". En esa misma línea creó férreas alianzas con Cuba (a la que salvó del colapso económico), Bolivia, Nicaragua, Ecuador y países caribeños. Fue insolente y despectivo con el secretario general de la OEA, nuestro compatriota José Miguel Insulza. Sus lazos diplomáticos más controvertidos fueron con Irán, "bestia negra" de EE.UU., y Rusia, a la cual compró miles de millones de dólares en armas supuestamente para defenderse de un eventual ataque estadounidense. Con su vecina Colombia, las relaciones derivaron desde muy tirantes bajo la Presidencia de Álvaro Uribe, por el apoyo de Chávez a las FARC, a un descongelamiento paulatino con el actual Presidente Santos. Con Chile, Chávez mantuvo vínculos cordiales, aunque en 2002, cuando el Presidente venezolano fue desplazado temporalmente del poder, las relaciones sufrieron un traspié con la declaración del gobierno de Lagos lamentando que "la conducción del Gobierno venezolano haya llevado a la alteración de la institucionalidad democrática con un alto costo de vidas humanas y de heridos, violentando la Carta Democrática Interamericana a través de esta crisis de gobernabilidad".
La importancia de Chávez en el concierto latinoamericano puede ser distinta de la que hoy imaginamos. No es improbable que sus seguidores logren retener el poder con Maduro -por incompetencia de la actual oposición venezolana-, pero parece inevitable el desvanecimiento paulatino del chavismo en Venezuela, pues su ingrediente esencial es un personalismo irreemplazable. La trascendencia negativa del fenómeno, sin embargo, puede ser considerable. Él dio las recetas completas al continente para controlar férreamente el poder, una vez alcanzadas las primeras victorias electorales. Y frente a esta democracia vaciada de contenido y devenida en totalitarismo práctico, en diferentes niveles y rigores, América Latina se ve poco preparada, aferrada a instrumentos retóricos, mientras un Estados Unidos impotente ante el síndrome chavista se limita a seguir traficando petróleo, en medio de batallas puramente verbales. Planteada la amenaza, nadie puede sentir que la democracia de su país latinoamericano es tan sólida, ni su cuadro político de tanta calidad, para no sucumbir parcial o totalmente a las formas que Chavez popularizó.