La visión sobre el papel de la CIA en "Argo", claro que en otra época y contexto, es cálida, cómplice y comprensiva.
En "La noche más oscura", en cambio, es justo lo contrario.
La película de Kathryn Bigelow es un buen ejemplo de un cine industrial y millonario, pero no por eso conservador, cómodo y confortable.
La historia tiene un tono documental, seco y distanciado, con una gran protagonista, Maya (Jessica Chastain), una mujer reclutada como agente de la CIA, nada más terminar la universidad.
"La noche más oscura" está desprovista de cualquier lazo sentimental y acá no existen amoríos entre oficiales o recuerdos de familia y nadie echa de menos nada: ni hijos ni pareja ni padres.
Una parte del ser humano, cuando se trata de un trabajo sucio e indigno, necesita borrar y limpiar esos estados emotivos y hasta de conciencia, porque solo de esa manera se puede convivir con la violencia y acometer la misión.
De hecho, el punto de vista de la directora Kathryn Bigelow, no es distinto al de los agentes de la CIA que comparten escritorio, escuchas telefónicas o sesiones de miedo y tortura.
Un estado donde se suspende cierta calidad humana y lo que le pasa a Maya, quizás, es un reflejo de lo que le ocurre a un país.
La película se inicia en septiembre del 2003, en Pakistán, en unos de esos sitios negros y secretos, donde algunos agentes hacen su trabajo y la mujer aprende el oficio.
Ammar (Reda Kateb), el hombre atado, ahogado y torturado, es la pequeña hebra que con el tiempo llevará hasta la presa mayor.
El cierre de "La noche más oscura" se abrocha en mayo del 2011, y en las afueras de la ciudad de Abbottabad, también Pakistán, cuando un comando asalta una casa y acribilla al líder de Al Qaeda.
La película se instala entre esos dos puntos y sigue el tránsito y devenir de Maya, por un laberinto donde la agente comprime, suprime y aplaca una parte de su propia humanidad.
Por Arabia Saudita, Polonia, Inglaterra, Afganistán, Kuwait y muchas veces Estados Unidos y Pakistán. Revisando fotos, interrogando, convenciendo a sus jefes y siempre detrás de los mensajeros de Bin Laden.
Será mejor agente, más intuitiva, certera y aguda, si olvida y asfixia la zona buena y deja que aparezca la zona secreta: obsesión, análisis, estudio y rabia.
Cualquier signo de conmiseración, piedad o duda, son errores fatales.
Y no hay otro objetivo y sólo existe un final: la muerte del terrorista que planeó la destrucción de las Torres Gemelas.
Nadie lo dice con estas palabras exactas, pero sí con voces parecidas, y el coro pide por el honor, clama venganza y espera justicia: traigan la cabeza de Osama bin Laden.
Esta es una gran película y como en "Vivir sin límites" (2008), explora lo que el mundo respira desde que es mundo: guerra, dolor y violencia.
"Zero dark thirty". EE.UU., 2012. Director: Kathryn Bigelow. Con: Jessica Chastain, Jason Clark, Jennifer Ehle. 157 minutos. 14 años.