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Editorial
Martes 19 de febrero de 2013
Correa se repite
Hay quienes temen que, en la línea de Chávez y de Cristina Fernández, Correa aspire a una "reelección indefinida", esa suerte de mandato popular que los transforma en dictadores solo aparentemente democráticos...
Las encuestas y los analistas políticos lo habían pronosticado: Rafael Correa triunfaría holgadamente en las elecciones presidenciales de Ecuador. Acertaron, pero sigue inquietando el hecho de que el Presidente acceda a un nuevo mandato con la intención de "profundizar su revolución ciudadana", en la que no solo ha gobernado con un estilo demagógico y populista inspirado en Hugo Chávez, sino que, además, ha atropellado libertades fundamentales de los ecuatorianos, como las de expresión y de prensa.
Hay quienes temen que, en la línea de Chávez y de Cristina Fernández, Correa aspire a una "reelección indefinida", esa suerte de mandato popular que los transforma en dictadores solo aparentemente democráticos. Fue elegido Presidente por primera vez, en las elecciones de 2006, en segunda vuelta. Su mandato debía concluir en enero de 2011, pero la nueva Constitución redactada por la Asamblea Nacional ordenó adelantar los comicios para todos los cargos electivos del país. Así fue elegido por segunda vez, con 51,99%, el porcentaje más alto de la historia ecuatoriana hasta entonces. El pasado domingo obtuvo sobre 56%, según el Consejo Electoral.
Si el precio del petróleo no hubiera estado en los cien dólares los últimos años, difícilmente Correa habría podido captar la tan alta adhesión lograda gracias a generosos subsidios y subvenciones a la población más pobre. Está muy bien usar las ganancias del petróleo para mejorar la situación de los más vulnerables y reducir la pobreza, pero Correa ha cruzado una barrera peligrosa en cuanto a la creciente intervención del Estado y el crecimiento desmedido del aparato gubernamental. Los empleados públicos han aumentado de 16 mil a 90 mil durante su gestión, y si en los gobiernos anteriores había 16 ministerios, ahora son 23. A diferencia del régimen de Chávez que maneja los fondos del petróleo a discreción y para ganar poder regional, los frutos del crudo no le alcanzan a Correa para comprar aliados, y quizás por eso no manifiesta las mismas desmedidas ambiciones de liderazgo del Presidente venezolano. En este nuevo período deberá manejar con cuidado las finanzas públicas debido al inusitado aumento del gasto fiscal, que ha subido del 23 al 50% del PIB en seis años.
Muchos ecuatorianos encuentran carismático a Correa, les gusta su discurso, y lo ven en televisión todos los sábados, pontificando a la manera de Chávez y lanzando duros epítetos contra sus contradictores, en especial a los "sicarios de tinta", como llama a los periodistas. El Presidente, que no acepta críticas, no trepida en insultar y desacreditar a la prensa, ni en presentar demandas millonarias ante la justicia, que harían quebrar a cualquier diario. Como no ha podido dominarlos, el gobierno ha fundado una red de medios de comunicación totalmente adeptos.
En Chile, que ha sido un antiguo amigo de Ecuador, el Presidente Correa decepcionó a muchos cuando, pocos días antes del inicio de los alegatos en La Haya, y tras haber confirmado en julio que los acuerdos de 1952 y 1954 eran de límites, hizo "un gesto" a Perú, declarando que sus límites habían sido fijados en 2011.