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Editorial
Jueves 07 de febrero de 2013
Ajustes en el sistema procesal penal
Recientemente el Ejecutivo envió al Congreso un proyecto de ley de reforma al sistema procesal penal (...) Ellas tienen tres ejes: cambios legislativos, capacitación y coordinación...
Recientemente el Ejecutivo envió al Congreso un proyecto de ley de reforma al sistema procesal penal que propone 36 medidas tendientes a perfeccionar su funcionamiento. Básicamente, en lo conceptual tendría como fuente el trabajo realizado por una mesa de expertos, parlamentarios y personeros de las propias instituciones competentes, en relación con diversos nudos críticos en el funcionamiento del sistema que dichas modificaciones aspiran a resolver. Ellas tienen tres ejes: cambios legislativos, capacitación y coordinación. Así, los mejoramientos no se buscarían únicamente por la vía legislativa, sino que suponen cambios en la forma en que los actores deben realizar su trabajo, y al respecto se enfocan en dos que son capitales: la policía y el Ministerio Público.
Las principales fallas detectadas en relación con la actuación de la policía conciernen a la calidad de la información contenida en el parte policial, especialmente en cuanto a la falta de antecedentes sobre las víctimas y los insuficientes datos que generalmente se recaban respecto de los testigos. Ambos aspectos constituyen elementos clave, que pueden afectar el éxito o fracaso de una persecución penal.
Otro grave problema detectado se relaciona con el procedimiento relativo a las operaciones en el sitio del hecho delictivo, con deficiencias asociadas al extravío y manipulación de la evidencia, y a la cadena de custodia de la evidencia. A esto se suman ciertas necesidades de cambios en la malla curricular y en los procesos de formación de los nuevos policías.
En el caso del órgano persecutor, los cambios apuntan a establecer criterios claros para la intervención de cada policía (Carabineros o Investigaciones), dependiendo de las características del hecho delictivo, y a mejorar la comunicación entre los fiscales y el órgano policial ejecutor de la investigación. Junto con lo anterior, se buscará otorgar acceso expedito y funcional al Banco Unificado de Datos (BUD), así como fijar metas comunes a los actores del sistema, principalmente en el sentido de establecer como indicador el logro de casos "judicialmente resueltos".
Varios de los aspectos considerados por este proyecto giran, pues, en torno a factores asociados a la coordinación institucional y al trabajo policial, debilidades también detectadas por evaluaciones previas del sistema procesal penal, realizadas por centros y casas de estudios como CEJA, la Fundación Paz Ciudadana y la Universidad de Chile en los primeros años de implementación de la reforma, y que pese al tiempo trascurrido no han podido ser subsanadas. Es imprescindible que de este nuevo esfuerzo legislativo deriven prontos progresos perceptibles, y es posible que así ocurra, pues parece haber hoy extendida coincidencia en cuanto a dónde radican los problemas mayores.
Para eso será importante que la energía del Gobierno no sólo se concentre en la tramitación del proyecto de ley, sino que simultáneamente se oriente a mejoramientos concretos en materia de capacitación de las policías (una labor redobladamente difícil, dado el aumento de su contingente) y de coordinación institucional. Si estas se llevan a cabo, podrán tener un efecto muy significativo en la persecución penal y en mejorar los resultados del sistema. Pero si se dejan en segundo plano esos aspectos, los esfuerzos legislativos pueden tener solo un resultado marginal. Complementariamente, correspondería a la Comisión de Coordinación de la Reforma Procesal Penal -que reúne a las máximas figuras de todas las instituciones protagónicas del sistema y dispone de vasto potencial de acción- asumir un papel resuelto y de liderazgo en la materialización de dichos importantes cambios.