Se entiende por qué "El reformador del mundo", a partir de un texto del prestigioso dramaturgo y narrador austríaco Thomas Bernhard (1931-1989), vuelve a cartelera una y otra vez desde su estreno en 2011. Resuelto por su director Omar Morán -que antes hizo "Patas de gallo"- en clave de farsa absurda y grotesca, exacerbada y delirante, se sustenta mayormente en una estupenda actuación eje de histrionismo bien calibrado.
Caracterizado de un modo que recuerda al "Nosferatu" del cine mudo expresionista, Juan Pablo Fuentes encarna al decrépito y desolado académico semiinválido, como un horrible monstruo humano, un esperpento de egocéntrica arrogancia y corrosiva amargura. Mientras espera que la Universidad lo designe Doctor Honoris Causa por un inútil tratado que publicó proponiendo una reforma universal, maltrata y degrada a su sirvienta-enfermera-amante. Avanzado el relato (65 minutos), se introduce además la idea de la representación, de teatro dentro del teatro: el viejo es un simulador que nos manipuló también como espectadores.
Funciona en forma atractiva, si bien el resultado difiere bastante de la demoledora, sarcástica y nihilista crítica al ser humano que define a Bernhard, autor clave de la segunda mitad del siglo XX y considerado el más importante en lengua alemana de ese período, montado en nuestra escena mucho menos de lo que se merece (en los últimos años acá se dieron "Partido", "Comida alemana" y "Almuerzo en casa de Ludwig" sobre otros feroces textos suyos). Retratado así, el protagonista se convierte en alguien muy distinto a nosotros, una caricatura distorsionada, patética y risible, lejana y distante, en la cual es imposible reconocernos.
Aun si aceptamos el enfoque dentro de los parámetros en que se plantea, presenta varias fallas de estilo. La mujer y el delegado del rector que llega hacia el final, están tratados en registro realista; dan una impresión débil y apagada, el personaje central tiende a anularlos. Las inserciones en el texto que aluden a Talca o Chiloé para acercar la ficción a la realidad criolla, suenan innecesarias, forzadas y fuera de lugar. Queda claro que fue una mala idea dejar la panorámica sobre la ciudad y el río Mapocho a la vista, cosa que permite este espacio: ello desconcentra y rompe la artificiosidad de la propuesta.
La escenografía y luces parecen apropiadas y la musicalización es aún mejor.
Últimas funciones hoy y mañana, a las 21:00 horas, en el Teatro del Puente. Parque Forestal s/n, entre puentes Pío Nono y Purísima. Metro Estación Baquedano. $5.000 entrada general y $3.000 estudiantes Reservas: 27324883.