Resulta que ahora, sin que nos sorprenda demasiado, la liga chilena transa montos millonarios. Emiliano Vecchio cuesta tres millones de dólares. Braian Rodríguez, lo mismo. Ramón Fernández, un poco menos. El año pasado el pase más caro fue el de Eduardo Morante (2 milloncitos) y la U tuvo que hacer la pérdida. La temporada 2011 Colo Colo invirtió más de ocho millones de dólares y...tuvo que hacer la pérdida. La plata es de ellos, está bien, pero esta burbuja futbolera al menos exige una mayor cuota de transparencia sobre la propiedad de los pases y los empresarios que se mueven en torno a ellos. Porque, de verdad, ¿usted cree que esos son los precios del mercado?
La semana pasada fue Fernando Carvallo en "El Mercurio". Ayer Hernán Torres en La Tercera. El intento es el mismo: satanizar a Sampaoli por haber tomado la selección y "aserrucharle el piso" a Borghi. Desde mi perspectiva, el enemigo principal del anterior cuerpo técnico de la selección fueron sus propios jugadores (y ninguno ha rasgado vestiduras por el cambio, pese a la lealtad declamada). Luego, la escasa reacción técnica al mal juego y los paupérrimos resultados. Y finalmente, la inmensa ingenuidad para leer el momento. Torres dice, incluso, que jamás pensaron que el partido contra Serbia era un examen final y que creían en el respaldo directivo pese a la reunión que habían sostenido en Quilín tras el triunfo sobre Argentina, pese a que todas las señales y los análisis apuntaban a lo contrario. Seguir recitando que Sampaoli operó el cambio es confundir las cosas. Ese giro lo gestaron otros, a los que hoy se va a visitar puerta a puerta, otorgándoles nuevamente una influencia que no deberían tener.
Lo que no es una sorpresa es que no habiendo pasado una semana, Sampaoli se enfrente con su ex club por las convocatorias, sin hacer ni medio esfuerzo por evitarlo. Solicitar jugadores en medio de la preparación para la Libertadores, con técnico recién llegado y con las competencias en marcha habría significado una rabieta sin control de don Jorge si siguiera en el CDA. Hacer el anuncio sin anestesia, sin un acuerdo previo, sin una conversación que suavizara las cosas parece una estrategia kamikaze, y así lo es. Es malo en la vida hacerle a los otros lo que no nos gusta que nos hagan, sobre todo si apenas han pasado siete días desde que nos probamos el nuevo buzo.
Dejo para el final lo de Quilín. Repetiré que esta es la directiva menos representativa de la historia. Están ahí porque nadie más podía estar y porque a nadie le importó hacer las correcciones del caso. En una mezcla de impudicia y tontera, hacen lo posible para irritar el buen sentido. Segovia se va y vuelve, administra a distancia, se silencia o habla a propia conveniencia, sin un mínimo contrapeso en la mesa. Da la sensación que hace lo que quiere y cuando quiere, sin importarle un carajo el qué dirán. Como los malvados de historieta, sustenta su rencor en el "abuso social", lo que a estas alturas ya no tiene justificación.
Fijar sueldos para la directiva podría ser una materia debatible (sobre todo por los montos que están transando, lo que requeriría una dosis de "profesionalismo"), menos para esta dirigencia (donde no están ni los más calificados ni los más representativos, repito) y admitir que el presidente de la ANFP comenzó a mediar en las transferencias de jugadores es no sólo escandaloso, sino groseramente indefendible. Aunque la realidad del país y la política diga lo contrario, la alevosía tiene un límite. Incluso para el fútbol.