Señor Director:
En relación con
el editorial publicado el martes 4 de diciembre titulado "Casinos y 'tragamonedas'", estimo conveniente efectuar algunas consideraciones en función de mi experiencia.
En primer lugar, como bien se señala, la nueva industria de casinos de juego está sujeta a la regulación y fiscalización de la Superintendencia de Casinos de Juego, con el objeto de garantizar la fe pública de las personas que asisten a dichos lugares de entretenimiento. Sin embargo, en el caso de los denominados "tragamonedas de la calle", éstos operan sin ningún control ni regulación.
Por lo tanto, si la decisión política es permitir su funcionamiento, como ocurre en respetadas jurisdicciones como España, Austria e Italia, es imprescindible la existencia de una legislación que los regule. La experiencia internacional muestra que se puede regular un nuevo mercado, complementario a los casinos de juego, en la medida que sean máquinas certificadas, que entregan un porcentaje mínimo de retorno a los jugadores, habitualmente un 80%, y que estén limitadas en términos del monto de la apuesta máxima y del premio que pueden otorgar.
Sn embargo, si la decisión política va por ese camino, se debe tener en consideración que ninguno de los actuales tragamonedas de la calle califica con el cumplimiento de los mínimos estándares internacionales; en términos de seguridad eléctrica, porcentaje de retorno, exigencias de apuesta y premio máximo, como sí sucede en los países donde ese mercado opera legalmente.
En consecuencia, si existiese la decisión política de regular ese mercado, existen variadas experiencias internacionales exitosas que se pueden tener en consideración, lo más importante, a mi juicio, es que se debe tener claro que, con cualquier regulación correctamente elaborada, ninguna de las actuales máquinas que están en las calles podrían operar. Por tanto, la eventual legislación no puede estar orientada a que se traduzca en la simple formalización o legalización de las máquinas que hoy proliferan en las distintas ciudades del país, ya que ninguna de ellas cumple con los mínimos estándares internacionales que les den confiabilidad a los jugadores.
Francisco Javier Leiva Vega
Ex Superintendente de Casinos de Juego