En el Dublín de fines del siglo XIX, donde abundan la pobreza y el desempleo, Albert Nobbs (Glenn Close) ha logrado llevar una vida como mozo y camarero. Ahora trabaja en uno de los hoteles más distinguidos de Irlanda, aunque nada es muy distinguido en estos ambientes, y menos bajo la regencia de la abusiva señora Baker (Pauline Collins).
Albert Nobbs no recuerda su nombre de nacimiento, que no fue masculino, sino femenino. Y no lo recuerda porque a eso de los 14 años, tras haber crecido como una niña adoptada y pobre, decidió no mostrarse nunca más como mujer, porque en esa condición no tendría trabajo ni dignidad. Desde entonces ha fingido ser hombre y ha vivido con terror a que la descubran. Su vida privada es un secreto sin misterio, porque lo que oculta es a sí misma y porque no hace otra cosa que contar los chelines de las propinas.
La vida de Albert Nobbs sería triste si en ella no prevaleciese antes una crueldad sin fondo, que es la renuncia, ya no sólo a su apariencia como mujer, sino a su sensibilidad, sus instintos y su sexualidad. Albert no es lesbiana, no es homosexual, no es ni siquiera ahombrada; no conoce el erotismo ni el sexo y cree que el amor es algo muy parecido a una relación societaria.
La película no podría durar más que unos minutos en este pozo negro si no apareciera Huber Page (Janet McTeer), un pintor de brocha gorda que viene a remozar una habitación, y que también es una mujer disfrazada. A diferencia de Albert, Huber vive su situación con desparpajo y autoconfianza y hasta revela que está casada con otra mujer. Esta luz de esperanza parte el relato en dos: la segunda mitad está dedicada al esfuerzo de Albert por encontrar una pareja e invertir sus ahorros en una empresa propia.
La historia de Albert Nobbs fue una obsesión para Glenn Close desde que la interpretó en el teatro, en 1982. La primera adaptación para el cine de la novela de George Moore estuvo a cargo del cineasta húngaro István Szábo (en el momento en que la cinta Mefisto lo había puesto de moda) y casi dos décadas después pasó al colombiano Rodrigo García, que ha producido un buen repertorio de retratos femeninos, desde Con sólo mirarte hasta Amor de madres.
Es probable que este proyecto esté demasiado al servicio de Glenn Close como para ser libre; es el tipo de papel que parece diseñado para estar en las listas del Oscar. Esta no es de ninguna manera una razón para tener una mala opinión sobre una película; pero es una muy buena razón para sospechar de la naturaleza de sus limitaciones. El secreto de Albert Nobbs tiene más de las que el cine de García ha mostrado otras veces.
Albert Nobbs
Dirección: Rodrigo García. Con: Glenn Close, Janet McTeer, Mia Wasikowska, Pauline Collins, Brendan Gleeson. 113 minutos.