Una joven recortada contra el sol, cuyo rostro apenas se distingue, interpela a la cámara: "Te he estado buscando. ¿Por qué me miras así?". Es el interior de la cabeza de Calvin Weir-Fields (Paul Dano), que despierta sobresaltado con este sueño tan vívido. Calvin es escritor. Mejor dicho, a los 19 años escribió una novela que sacudió a "la literatura norteamericana", según dice un comentarista, y lleva diez años sin producir más que unos pocos cuentos. Por supuesto, su golpe de genio fue inspirado por J.D. Salinger y El cazador oculto (¿no habrá ningún otro escritor que haya inspirado a los literatos jóvenes después de los 80?) y ahora sufre el vértigo de la página en blanco.
Para completar su perfil, Calvin es tímido, vive solo, va al psicólogo y tiene un hermano exitoso y una madre desatada. ¿Suena novedoso? No, para nada: es como el molde americano diseñado para los jóvenes escritores brillantes. Y esto otro también: Calvin no logra encontrar a la chica adecuada. Hasta esa imagen que es el plano inicial de la película.
Calvin vuelve a soñar con ella, le da un nombre y una biografía y de pronto Ruby Sparks (Zoe Kazan) se materializa en su casa. El asombro de Calvin con su poder intelectual toma un segmento del metraje, pero una vez que el escritor se acostumbra, el problema se traslada hacia el epifenómeno de Ruby, que es una persona independiente, con su propia psicología, sus deseos y sus veleidades. Este es el tópico de la independencia del personaje, que sobrepasa los deseos de su autor; el tópico de Fausto y Madame Bovary.
Pero el mejor momento de la película se produce cuando Calvin descubre que apenas escribiendo unas líneas es capaz de cambiar el comportamiento de Ruby. De manera perspicaz, la comedia toma aquí un giro obsesivo y terrorífico. Es el tópico del artista como demiurgo, el tópico de Prometeo y el doctor Frankenstein.
Ruby, la chica de mis sueños es un perfecto catálogo de lugares comunes sobre el proceso creativo. La dirige un matrimonio de publicistas que tuvo un promisorio debut fílmico con Pequeña Miss Sunshine, cuya orfebrería de lo colectivo era lo contrario de esta exaltación del individuo. Hay otras cosas sospechosas en el proyecto. Por ejemplo, el guión fue escrito por Zoe Kazan, nieta de una leyenda de Hollywood (Elia Kazan) y pareja del actor protagónico, Paul Dano, que era el adolescente con voto de silencio en Pequeña Miss Sunshine. Ambos son además productores ejecutivos. Ruby, la chica de mis sueños parece un trabajo entre amigos y quizás eso explique por qué confunde de modo tan insistente el ingenio con el artificio, la ocurrencia con la petulancia, la extrañeza con la pretensión. En general, uno no debe lamentarse de las películas, salvo cuando se esfuerzan en ser lamentables.
Ruby Sparks
Dirección: Jonathan Dayton y Anna Faris. Con: Paul Dano, Zoe Kazan, Annette Bening, Antonio Banderas, Chris Messina. 104 minutos.