Esta es la situación básica: en el parque de Brooklyn Bridge, el niño de 11 años Zachary Cowan (Elvis Polanski) golpea con un palo de jockey a su compañero Ethan Longstreet (Eliot Berger). Este incidente escolar ocupa la primera toma. En seguida, aparecen redactando un avenimiento los padres de los dos niños, en casa de los Longstreet.
Los anfitriones son Penelope (Jodie Foster), una mujer obsesionada por la corrección política y por dramatizar el incidente, y su marido Michael (John C. Reilly), un exitoso comerciante de cocinas inclinado hacia cualquier consenso que asegure su tranquilidad. Los visitantes son Nancy (Kate Winslet), asesora de inversiones y madre segura de que su hijo no cometió un crimen, y Alan (Christoph Waltz), un abogado sobredemandado por su celular, que recela de la insistencia de Penelope en convertir la culpa en mortificación.
Cuatro personajes civilizados, educados, acomodados -qué va: opulentos-, reunidos en torno a un conflicto que en muchos otros espacios sociales habría sido resuelto por los propios niños. El diálogo comienza comedido y tranquilo, como se espera de tales personas. Pero ya en la primera declaración surge la semilla de la discordia; "¿Armado?", pregunta un suspicaz Alan a la exagerada Penelope, que ha usado esa palabra para describir la función del palo.
La desconfianza crece entre los Longstreet y los Cowan, la tensión se acumula dentro de cada pareja y el Dios de la masacre se impone en esta tarde en que cuatro personas pasan desde las 14.30 hasta el crepúsculo hundiéndose en el envilecimiento. Polanski filma este proceso como si compusiera música. Sus planos organizan, enfatizan y subrayan las relaciones entre los protagonistas; su montaje sigue un ritmo interior, que no es un crescendo como sería fácil creer, sino algo muy moderado; sus actores se mueven (y razonan) siguiendo una especie de coreografía interna, cuyos cruces determinan los cambios de tema y hasta los cambios de tono.
Desde el punto de vista de su ejecución, Carnage es tan brillante como ha sido todo lo que ha filmado Polanski desde hace ya bastantes años. El problema parece estar antes de la película, en la obra teatral de Yasmina Reza, o en el guión de ella misma y Polanski. El conflicto de los niños es demasiado pequeño, anecdótico y rutinario como para que los personajes no concluyan en la irrisión; incluso el posible debate entre la responsabilidad y la indiferencia aparece apenas rozado. La otra trizadura -acaso derivada de la primera- es la porfiada tendencia de los Longstreet a quedarse cuando han decidido irse por lo menos tres veces. Para ser gente tan ocupada, dispone de mucho tiempo para derrochar en una pequeñez.
Pero esta no es de ninguna manera una razón para no verla. Todo lo contrario.
Carnage
Dirección: Roman Polanski. Con: Jodie Foster, Kate Winslet, Christoph Waltz, John C. Reilly, Elvis Polanski. 80 minutos.