La cosa es así: después de una rutilante carrera por los escenarios más vistosos de Chile, el imitador Stefan Kramer se enfrenta a una crisis matrimonial con su esposa Olivia (Paloma Soto), suscitada por el descontrol de su agenda. Inesperadamente, Olivia consigue un éxito similar como cantante y hunde a Kramer bajo las acusaciones de machismo, abandono, y hasta de infidelidad. Sin embargo, pronto se revela que la exacerbación de esta crisis es obra de una conspiración dirigida por el Presidente Tatán (Sebastián Piñera), con ayuda del opulento Leonardo Farkas, el entrenador Marcelo Bielsa, el alcalde Pablo Zalaquett y el animador Rafael Araneda, los principales zaheridos por sus parodias ultrafamosas.
La segunda mitad del metraje está dedicada a los esfuerzos de Kramer apoyado por el "Negro" Piñera y Arturo Longton, flojo el uno, tonto el otro por recuperar a su familia y al descubrimiento de la intriga que se ha tejido a su alrededor. Por un carril complementario corren los comentarios sobre el oficio del imitador, los efectos en sus víctimas y el cambio de su estilo de vida, una especie de metarelato acerca del mundo del espectáculo televisivo. Esto último es, por lejos, lo menos interesante de todo el proyecto, aunque la película le dedica sus momentos más sentimentales.
Kramer es presentado como un sujeto perceptivo, inteligente y trabajador. Pero también hay un esfuerzo, que cabría llamar estridente, por retratarlo como una buena persona, un sujeto humilde y bienintencionado que para ganarse la vida hace lo que puede con su talento inusual, sin ánimo de herir a nadie. Los últimos 15 minutos son una extensa petición de disculpas a medio mundo, incluido el Presidente.
No cabe duda de que Stefan vs Kramer será un gran éxito de taquilla. Además, será un buen negocio, como lo sugiere el hecho de que se trata de la película chilena con más placement que se pueda recordar; la producción vendió prácticamente todas las secuencias a alguna marca de consumo. En ese sentido, es showbiz en estado puro.
Pero no es cine. Es televisión en pantalla grande. Su lenguaje, su lógica, su modalidad narrativa, su manera de encuadrar, son televisivos y no se elevan por sobre el techo de los programas de entretención. Es bastante probable que la posición que ocupe Stefan vs Kramer dentro del cine chileno sea como la que tuvo Ayúdeme usted compadre, que desde su estreno, en 1969, se mantuvo por 20 años como la película más vista por el público y la menos analizada por los especialistas.