Es 1771. Leopold Mozart (Marc Barbé) viaja con su esposa y sus dos niños prodigio, Nannerl (Marie Féret), de 14 años, y Wolfgang Amadeus (David Moreau), de 10, desde Bruselas hacia París, una abrumadora jornada de cuatro días en coche, para dar un concierto en la corte de Luis XV. Un accidente los detiene en la Abadía de las Carmelitas de Saint Denis, donde viven las tres hijas menores del Rey. Así conoce Nannerl a Louise de Francia (Lisa Féret), que le encarga llevar una carta a un joven que ama en Versalles. Cumpliendo esa petición, Nannerl conocerá al Delfín (Clovis Fouin), que se prepara para convertirse en Louis XVI y terminar el libertinaje sexual con que su padre ha contaminado a París bajo la influencia de madame Pompadour.
El director René Féret reconstruye con minucia la Francia del siglo XVIII, un detallismo doméstico que recuerda al Rossellini de La toma del poder por Luis XIV. Se podría pensar que se trata del preciosismo que muchas veces envenena de academia al cine francés. Pero Féret lo transforma en una necesidad para la filigrana psicológica con que construye a sus protagonistas.
Leopold Mozart, por ejemplo, es un genio en sí mismo, un hombre austero, estudioso, agudo, que utiliza su autoridad para modelar el talento de sus hijos, seguro de lo que busca y desea lograr. Pero ese juicio limita con los prejuicios del siglo XVIII -que son los suyos- y le impide ver que Nannerl puede ser una gran violinista ("un instrumento para hombres"), una gran compositora ("los secretos de la armonía y el contrapunto no llegan a las mujeres") y una artista tan grande como su hermano Wolfgang Amadeus, a quien trata como su favorito y su heredero.
Féret vincula el proceso creativo con la construcción de la familia. La pareja y los dos hijos colaboran en la expansión del talento y la música que crean fortalece sus lazos con afecto y complicidad. Cuando algo falla en esa dialéctica, la tristeza invade a los protagonistas y corroe sus capacidades. Es lo que ocurre con Nannerl. (Féret parece relacionar este tema con su propia película, desde que dos de los personajes principales son interpretados por sus hijas y otros miembros de su familia participan en el equipo de producción).
Nannerl, la hermana de Mozart, se mueve en varios niveles. Trata de los Mozart, de la Francia histórica, de la música, de la creación, de la familia. Pero sobre todo trata de la relación entre hijas y padres. Las figuras pivotales son Nannerl, que se siente mutilada por su padre justo cuando empieza a ser mujer, y Louise, abandonada por el Rey en un convento. Los destinos silenciosamente tristes de estas niñas son el centro emocional de la película, trabajado con delicadeza, sin estridencia, con una contención que sólo puede llamarse magnífica.
Nannerl, la soeur de Mozart.
Dirección: René Féret. Con: Marie Féret, Lisa Féret, Marc Barbé, David Clovis Fouin. 120 minutos.