Hay algo dudoso en la idea de hacer una comedia sobre el cáncer. A comienzos de los 70, John Ford se preguntaba quién sería el primer “hijo de perra” que haría una comedia sobre Vietnam. Ford era un conservador y quizás no podía ver aún que Vietnam terminaría por ser una comedia sangrienta. Hay cosas parecidas en el cine sobre los desastres africanos, los homosexuales, el sida. No lo es hoy, pero ¿quién puede decir que el cáncer no sea la comedia del futuro?
Esta se trata de Adam (Joseph Gordon-Levitt), un productor radial de 27 años que en un examen de rutina recibe una noticia de espanto: en su espina se ha desarrollado un tumor canceroso altamente agresivo, de una especie poco frecuente, que lo deja con un 50% de posibilidades de sobrevivir a un tratamiento.
La información deja devastados a quienes lo rodean: su novia Rachel (Bryce Dallas Howard), su madre Diane (Anjelica Huston) y su amigo Kyle (Seth Rogen). Cada uno reacciona según sus propias motivaciones.
Cuando Rachel le dice que no desea mezclar “este mundo” (el suyo, el de los sanos) con “el otro” (¿el de los hospitales, el de los muertos?) ya se sabe que esta novia buscará el primer momento para huir a perderse. Diane insiste en cuidarlo con su estilo melodramático, como si estuviese pagando alguna culpa, mientras su marido se pasea con un alzheimer agudo.
El más divertido es Kyle, que no disimula su asco hacia la enfermedad, pero que también le propone usar el cáncer para conquistar muchachas. De los tres, Kyle es el que mejor absorbe la lucha entre el dolor y el afecto y uno sospecha que si alguien llegaría con entereza al funeral de un amigo, sería este sujeto masculino, hedonista y solidario.
La relación entre Adam y Kyle es lo que tiene más densidad (y humor negro) en esta película. Pero el director Jonathan Levine (que debutó en 2006 con una interesante cinta de terror, All the boys love Mandy Lane) prefiere distraerse en las peripecias amorosas de Adam, perdiendo tiempo con la muy evidente actitud de Rachel y derivando hacia la más previsible conducta de su terapeuta de 22 años, Katherine (Anna Kendrick). Todo esto cumple con las reglas de la comedia romántica y acaso con la necesidad de atemperar una comedia sobre el cáncer.
Pero al mismo tiempo le quita gran parte del músculo a una idea que pudo tener mayor densidad, aunque resultase más dura. Es el problema del Hollywood de estos tiempos: lo más interesante suele ser vencido por lo más banal. Muchos directores ya hacen sólo una porción de sus películas; la mayor parte la hacen las clínicas de guión y otras linduras semejantes. Y aún así, 50/50 no fracasa del todo. Le queda la parte de humanidad que aportan Adam y Kyle burlándose de la muerte.
50/50
Dirección: Jonathan Levine. Con: Joseph Gordon-Levitt, Seth Rogen, Anna Kendrick, Bryce Dallas Howard, Anjelica Huston. 100 minutos.