Juan Antonio Muñoz H.
El juego del todo vale reina desde hace tiempo en la televisión. Cualquier cosa es posible a la hora de conseguir un mejor rating . Mega se luce en esto, logrando números empinados, pero enarbolando contenidos lamentables.
Se ha sobrepasado lo que ya parecía mucho, como si nunca fuera suficiente.
La famosa "construcción de una nueva pantalla" en que está empeñada la nueva gestión del canal habla de cuáles son sus opciones y también de lo que se puede esperar de ella. Ahí está el talk show "Laura", de la peruana Laura Bozzo, que se emite por las mañanas, nutriendo de enredos familiares e infidelidades los hogares chilenos. Y añade, fuera del "horario protegido para niños", como si fuera una estrategia de coraje insuperable, el "Caso cerrado para adultos", de la inefable Dra. Ana María Polo, quien presta su gruesa intensidad comunicacional para "juzgar" hechos, narrados pormenorizadamente, que parecen cuentos de bestias y no vidas humanas.
Es verdad que la realidad supera con creces la ficción, ¿pero es necesario poner en pantalla historias "reales" como la emitida en lunes en que un hombre confiesa haber abusado de su madre, de su hermana y de su padre de 80 años para salvar a su mujer embarazada, herida de bala por un grupo de asaltantes? Polo, insaciable a la hora de descifrar los móviles, seducida ella misma por la pornografía que evocan las imágenes que surgen del relato de las supuestas víctimas, llega a preguntar -con gran respeto, por cierto- cómo fue que aquel hombre tuvo una erección en semejantes circunstancias, al punto de dejar encinta a su propia hermana...
Permítase en este punto al menos la duda respecto de que todo esto sucedió alguna vez.
El telespectador adulto tiene el derecho de ver lo que quiera y está demostrado que a muchos les gusta seguir tal basura televisiva. Pero también los telespectadores adultos tienen derecho a defenderse, porque la televisión entra en las casas, se cuela sin permiso por debajo de las puertas, y porque todos somos responsables de la sociedad que estamos construyendo. Incluido Mega. Una sociedad que se alimenta de mugre, irremediablemente termina acotando su sensibilidad y comienza a admitir como normales asuntos que, si ocurren, son producto de mentes enfermas. Crímenes feroces, incluso, como los descritos en el programa comentado. Es lo mismo que comer comida chatarra o consumir droga: hace mal.
El único valor de este espacio podría estar en las opiniones vertidas por los especialistas que ahí comparecen para ayudar a la doctora en su caso. Pero es tan brutal el cuento mismo y su exposición verbal -por actores-víctimas de febles recursos expresivos- que las pocas frases sensatas que se escuchan no tienen resonancia alguna.
Penosa estrategia. Penoso también el criterio con que los nuevos responsables quieren ganar y hacerse notar.