Un video imperdible circula estos días en YouTube conquistando espectadores. Se trata de "El muro chileno", de los productores Mathias Meier y María Paz Salas, que explora una etapa desconocida y apasionante de la historia reciente de nuestro país: el exilio chileno detrás del Muro de Berlín. Desde una perspectiva objetiva y valiéndose de escenas clásicas de la construcción y la caída del muro, el documental entrevista a compatriotas que encontraron refugio en la desaparecida República Democrática Alemana (RDA) durante el régimen militar.
El documental, que será exhibido en Estados Unidos, impacta pues consulta a chilenos que residieron en la RDA sobre la contradicción que implicaba denunciar la violación de derechos humanos en Chile desde el interior de un régimen comunista, que a su vez violaba los derechos de su población. El filme entrevista al ex asesor presidencial Juan Carvajal, al ex senador socialista Ricardo Núñez, al ex diplomático Osvaldo Puccio, así como al autor de esta columna, entre otros. Cada uno explica lo que experimentó al vivir en un país que mantenía encerrados a sus ciudadanos mediante muros, rejas, campos minados, torres de vigilancia y perros amaestrados. Según instituciones humanitarias, más de 170 personas perdieron la vida en la franja de la muerte, y 75 mil sufrieron prisión política por tratar de escapar de la RDA, lo que era considerado "traición a la bandera".
Como explora la diáspora chilena, el documental constituye un notable esfuerzo por reconstruir la memoria nacional en torno a una fase de nuestra historia envuelta en el misterio. Alrededor de tres mil chilenos (entre los cuales figuré yo por tres años) recibieron asilo en la ex Alemania Oriental. Sin embargo, prácticamente no existen documentos cinematográficos o literarios sobre ese exilio. "Morir en Berlín", la novela del desaparecido escritor Carlos Cerda, es una excepción que narra la vida y los abusos detrás del muro.
Si bien los chilenos que vivieron bajo regímenes comunistas vieron restringidas sus libertades como los ciudadanos de esos países, existían a la vez comités chilenos encargados de aplicar restricciones a los compatriotas, especialmente en materia de viajes. El aporte de "El muro chileno" consiste en que invita a reflexionar a personalidades que residieron en Alemania Oriental sobre su postura frente a un régimen que les brindaba asilo, pero violaba a su vez los derechos humanos. En el filme, unos condenan con vehemencia la acción represiva de la RDA contra su población, otros la relativizan, otros la justifican y otros afirman no haberse dado cuenta que estaban en un país donde se violaban derechos humanos.
El documental debería formar parte del Museo de la Memoria, que atesora impactantes documentos de la represión de que fueron víctimas chilenos entre 1973 y 1990. Su exhibición permitiría iniciar también la recuperación de la memoria en torno al destino que corrieron chilenos que huyeron del régimen militar y encallaron en países comunistas. El filme podría contribuir asimismo a que en Chile nunca más se celebren, propugnen o justifiquen modelos dictatoriales, sean de derecha o izquierda. En una etapa en que sectores políticos chilenos congratulan al régimen norcoreano y califican de inspiradoras a dinastías con más de medio siglo en el poder, es crucial que las nuevas generaciones vean también "El muro chileno". Como afirma en este filme el ex senador Núñez: "Hoy el mundo se merece algo mejor que nazismo, fascismo o comunismo". Al final, el Muro de Berlín también fue en parte chileno, y no debemos olvidarlo.