Una pesadilla no ha dejado dormir en los últimos días a los dirigentes del comando de Eduardo Frei: Marco Enríquez-Ominami supera al abanderado de la Concertación en la primera vuelta, dejándolo fuera de la carrera presidencial. Esta posibilidad, que hace un mes parecía lejana, hizo cundir el pánico en las filas de Frei la semana pasada. Se ha criticado a Pablo Halpern, director de comunicaciones de la campaña, por declarar que una encuesta realizada por la Universidad del Desarrollo y La Segunda era una acción de propaganda política y que el sondeo era controlado por Sebastián Piñera.
Pero Halpern ha debido tener sus razones para salir públicamente a afirmar algo que él mismo no cree; el deterioro del apoyo a Frei a costa del crecimiento del diputado del Partido Socialista configura una tendencia tal, que amenaza con transformarse en una declinación irreversible de la opción del candidato de la Concertación. Un análisis de tendencia de las encuestas realizadas por Giro País, El Mercurio-Opina, La Tercera y UDD-La Segunda permite sacar tres conclusiones inequívocas: Piñera sigue liderando las preferencias con una clara ventaja; Marco Enríquez-Ominami experimenta un crecimiento importante a costa de Frei, que ve caer su apoyo, y se amplía la distancia entre Piñera y Frei en una segunda vuelta. Este último dato es muy revelador porque además, en el sondeo que causó pánico en el comando de la Concertación, Marco Enríquez-Ominami pierde por menos frente a Piñera en la segunda vuelta que Frei.
La Concertación debió entonces salir a "operar": Halpern con lo que ya sabemos; los presidentes de partidos de la Concertación y algunos de sus intelectuales, atacando a Enríquez-Ominami y su entorno; los sindicatos de Codelco, Enap y BancoEstado, arremetiendo contra el plan económico del candidato socialista. La vieja Concertación en acción; golpeando al adversario con argumentos, con sentimientos, con imágenes, con símbolos. Es lo que tenían que hacer, porque el riesgo de verse superados en las encuestas por Enríquez-Ominami es demasiado alto, y recordemos que pronto viene la del CEP.
Pero una cosa es tratar de detener la avalancha en lo inmediato y otra es superar las razones de fondo por las cuales ella se está precipitando. En política las decisiones de los votantes se mueven en el eje de continuidad y cambio. Aylwin representó un cambio; Frei, continuidad. Lagos otra vez un cambio (el primer socialista después de Allende). Bachelet se disfrazó de cambio: la primera mujer Presidenta. Así, la Concertación fue moviéndose por la curva de continuidad y cambio que pedía la ciudadanía.
La coalición política que nos ha gobernado los últimos veinte años está sin embargo desgastada, y lo que está pasando con el apoyo a Frei es el reflejo de lo que sucede con sus partidos. El Partido Socialista, el más influyente, ha vuelto a las históricas reyertas de facciones: Escalona trató de imponer a Insulza y vetó cualquier otra posibilidad, dejando al partido sin candidato cuando declinó el ex ministro, apresurándose a apoyar a Frei. Este último logró, ayudado por la acción de Adolfo Zaldívar, desbancar al "gutismo" de la dirección de la Democracia Cristiana, con grandes costos personales para Soledad Alvear. Al PPD no le queda nada del modernismo que insinuó algún día: tiene a un experto electoral como presidente y a un "controlador" que representa las posiciones más extremas de la izquierda y la expresión más descarnada del uso del aparato estatal para favorecer a sus partidarios.
¿Puede pedir entonces Eduardo Frei que lo apoyen con fervor los socialistas frente a la opción del diputado de ese partido Enríquez-Ominami? ¿Puede al menos requerir el apoyo entusiasta de los propios democratacristianos? ¿Puede confiar en el PPD? ¿En los radicales de Gómez?
Las desventuras de Eduardo Frei, entonces, no son totalmente atribuibles al joven Marco. La debilidad de la Concertación tiene raíces más profundas.
Definitivamente, Marco Enríquez-Ominami y Sebastián Piñera representan hoy día el cambio frente a una Concertación que apuesta por la continuidad.
Falta mucho aún para la elección, y nadie puede sacar cuentas alegres. Siempre es posible torcer el destino a favor con audacia, con liderazgo, con creatividad. Pero frente a este panorama el candidato de la Concertación parece inerme, sin saber qué hacer. Escasamente ha logrado que se movilicen algunos para atacar a Enríquez-Ominami o descalificar sus opciones recurriendo a teorías conspirativas. No es mucho; claro, es que aquí es donde aflora el que, después de todo, la fuente de la que bebe sabiduría Eduardo Frei no es precisamente Goethe, sino apenas un libro de autoayuda.