Los museos suelen ser lugares silenciosos… con excepción del Comité Central del Partido Comunista. Allí las consignas resuenan con una alta efervescencia.
Y si bien es una anomalía en el mundo occidental que el Partido Comunista sea tema de conversación, la singularidad chilena hace que sigamos hablando de un partido con certificado de defunción que data de 1989.
Es indudable que el PC sigue estando en un lugar protagónico de la política chilena. No solo porque en la última elección una candidata de ese partido representó al oficialismo, ahora lo está tras conocerse el documento de su comité Central del sábado pasado.
Si hubiera que resumir el documento en un titular, es que el PC seguirá siendo el PC…
El mismo que azuzó la violencia en el estallido social. El mismo que buscó forzar la renuncia de Piñera desde el propio 19 de octubre. El mismo que articuló la Constitución delirante de la Convención.
La lucha continúa…
El escrito señala que para impedir la proyección de Kast, se deben crear, “en el horizonte inmediato de los próximos cuatro años, todas las condiciones políticas, sociales y culturales para articular un pueblo organizado, movilizado y consciente de sus intereses”.
Es decir, siguiendo el marxismo clásico, vuelve a esgrimir que el pueblo alienado votó engañado por José Antonio Kast, y que es necesario romper la superestructura para que tome conciencia de que los poderosos los están explotando sin que se den cuenta.
Así, después de haber advertido a inicios de este Gobierno que tendrían un pie en la calle y otro en La Moneda, ahora advierte que estarán los dos pies en la calle: “Será relevante impulsar hitos de movilización amplia y unitaria, como un 8 de marzo masivo, el 1 de mayo y otras”.
La pregunta relevante es qué hará el resto de la futura oposición frente a ello. La tesis de una sola coalición “desde el PC a la DC” puede ser derechamente la mejor forma de proyectar el gobierno de Kast a otro período. En la última elección quedó claro que un factor determinante es la aversión de los chilenos a los planteamientos comunistas, y pese al esfuerzo travestista de la candidata Jara, ello terminó siendo parte relevante de la derrota.
El Partido Socialista ha dado todas las señales de querer propiciar una alianza histórica con el PC, pese a que una de las pocas cosas que envejecerán bien de este período será la coalición del “Socialismo Democrático” pospandemia. Será recordada como la que moderó, ordenó y permitió llegar a la orilla a este Gobierno, levantando banderas sensatas tras la derrota del 2022.
Lo que debieran hacer el PPD, el PS y lo que queda de la DC es afianzar una alianza de centroizquierda moderna y democrática. Insistir en perpetuar la alianza que tuvieron en el estallido social, en la Convención y tras Jara solo augura que pueden ser oposición durante más que un período.
Una cosa es hacer un acuerdo electoral de última hora, otra es plantearse como socios de una misma causa y con un mismo proyecto. Porque basta leer las 15 páginas del Comité Central para darse cuenta de que aquello no es compatible con la democracia liberal.
La centroizquierda democrática no puede estar ahí.