El cambio en las relaciones exteriores de Chile es lo primero logrado por José Antonio Kast, con su sola elección. La gestión internacional del Presidente Boric fue marcadamente negacionista e ideologizada. Ausente de realismo, su gobierno nos presentaba como normales el estado de las relaciones con los gobiernos de Argentina, Estados Unidos, Italia, Perú, y justificaba la obsesión en contra de Israel. A pesar de los desaires, ofensas y críticas a los Presidentes Milei, Trump, Boluarte, y la Primera Ministra Meloni, el oficialismo pretendió ignorar los daños para Chile del ideologismo. También habría que mencionar la incomprensible falta de apoyo a la candidatura de Claudio Grossman a la Corte de La Haya, probablemente el jurista chileno más destacado en los foros jurídicos mundiales

Justo es reconocer que el Presidente Boric dio algunas, aunque insuficientes, muestras de coherencia, como la condena a la dictadura de Maduro y a la invasión rusa de Ucrania, no obstante no haberse atrevido a condenar la dictadura cubana. Importante fue la elección del canciller Alberto van Klaveren, experimentado y reconocido profesional de la diplomacia. Otros cambios valiosos fueron el alejamiento del mandatario de su promesa de campaña en orden a revisar los tratados de libre comercio, los respaldos al TPP11 y a la modernización del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, junto con la negociación de acuerdos para promover las exportaciones y la inversión extranjera.

Con José Antonio Kast se retorna a la verdadera normalización en las relaciones exteriores. Los mandatarios ofendidos por su predecesor no solo lo han felicitado; algunos, como Meloni y Milei, lo han llamado amigo, y Trump, con su hipérbole, se atribuyó su triunfo. Se han vuelto a abrir las puertas de la Casa Blanca y la Casa Rosada, y del Palacio Chigi, para los futuros embajadores de Chile en Washington, Buenos Aires y Roma, y decenas de jefes de Estado y de Gobierno han manifestado complacencia y compromiso para trabajar con Kast en beneficio de los intereses compartidos de sus pueblos.

José Antonio Kast comienza a navegar con viento a favor en el convulsionado panorama mundial.

Chile se debería beneficiar de la cooperación internacional por superar desencuentros con gobiernos de países cercanos; por el giro democrático desde la izquierda a la derecha en la región; con la normalización de las relaciones con Estados Unidos; y por la mejoría de la economía mundial, especialmente con un elevado precio del cobre y bajo del petróleo y, también, por estar consciente de los daños del ideologismo y negacionismo causados a Chile por la diplomacia del gobierno saliente.

El 2026 debería ser un buen año para la inserción de Chile en el mundo.