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Cartas
Viernes 26 de diciembre de 2025
“La familia sin lado B”
Señor Director:
En relación con la carta respuesta de Gonzalo Letelier W. (9 de diciembre), conviene precisar que afirmar que la mayor parte de la violencia física, sexual y psicológica ocurre dentro del hogar no equivale, en modo alguno, a “reducir la familia a su lado B” ni a desconocer el valor del amor y la protección que ella puede entregar. Mi afirmación no describe la esencia de la familia, sino una realidad empírica que debemos enfrentar si queremos proteger eficazmente a quienes sufren violencia.
Es justamente porque la familia es —idealmente— un espacio de cuidado y contención, que la violencia intrafamiliar resulta tan devastadora. Negar o minimizar esa realidad en nombre de una definición normativa de la familia no ayuda a prevenirla; al contrario, dificulta su identificación y abordaje.
Que una institución tenga una naturaleza muy positiva no elimina el hecho de que, en la práctica, pueda fallar gravemente. Un automóvil está diseñado para transportar, pero reconocer que es el causante de la mayoría de los accidentes no es “equipararlo a un arma homicida”: es simplemente un paso necesario para mejorar la seguridad vial. De igual modo, reconocer que la violencia suele ocurrir dentro del hogar no degrada la familia; permite diseñar políticas que la fortalezcan y la protejan.
Decir que las estructuras externas “suplen a duras penas lo que solo la familia puede entregar” es válido como aspiración, pero ignora que para miles de mujeres, niños y adultos mayores esas estructuras —escuelas, servicios sociales, refugios, redes comunitarias— son literalmente la diferencia entre la vida y la muerte. No se trata de sustituir a la familia, sino de asumir que, cuando falla, el Estado y la comunidad deben intervenir sin ambigüedades.
El mayor acto de defensa de la familia no consiste en idealizarla, sino en asegurar que sea un espacio al que nadie teme. Para eso, debemos mirar de frente y sin complejos sus sombras.
Maite Albagly Giroux