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Editorial
Jueves 25 de diciembre de 2025
Pionera conservación privada
Para Chile, este proyecto constituye un hito relevante, cuyo valor puede verse multiplicado muchas veces con otros proyectos similares.
La conservación de grandes territorios naturales requiere, junto con aunar recursos para adquirirlos (si no son propios), fondos para mantenerlos. Ello, para procurar impedir el mal uso o daño que terceros les puedan infligir a lo largo del tiempo. El que agentes privados acometan esos proyectos proviene del valor que para ellos tiene conservar esos espacios, que supera el que les confiere la rentabilidad de ese dinero destinado a otras actividades. Asimismo, el precio pagado tiene que haber sido competitivo respecto de otros eventuales interesados. En cambio, cuando la compra la realiza el Estado, los funcionarios públicos que la decidieron no se ven en la necesidad de sacrificar patrimonio propio para hacerlo, por lo que su motivación no necesariamente es la correcta e, incluso, ella pudo haber sido solo política o ideológica.
De ahí lo valioso que resulta el esfuerzo privado liderado por la ONG Puelo Patagonia para adquirir las 133 mil hectáreas de la Hacienda Cochamó, con el objeto de combinar el apoyo a los medios de vida locales en hasta un 20% de su superficie, con la conservación estricta para resguardar los ecosistemas en el resto, además de permitir el uso turístico controlado de excursionistas de todo el mundo atraídos por sus extraordinarios parajes. Mediante donaciones provenientes de miles de personas de 21 países, junto con la participación de fundaciones privadas internacionales de conservación y representantes de familias chilenas de alto patrimonio, todos motivados por el sentido profundo del proyecto, lograron reunir US$ 78 millones, de los cuales US$ 63 millones se destinaron a adquirir el predio, y el saldo se dirigirá a su mantención. Este proyecto servirá para conectar 1,6 millones de hectáreas de áreas protegidas de Chile y Argentina. El predio propiamente tal, también conocido como Fundo Puchegüín, alberga 58 mil hectáreas de bosques primarios, posee cerca del 11% de los alerces del planeta, y contiene en su interior especies únicas como el huemul, el monito del monte, el pudú y la ranita de Darwin.
De esta manera, un predio privado, en el que se intentó desarrollar un proyecto hidroeléctrico que no obtuvo la calificación ambiental requerida, consigue cambiar su destino, luego de ser vendido a este grupo de donantes, que pretende implementar un modelo de conservación de largo plazo bajo una gobernanza compartida y con financiamiento sostenible en el tiempo. Se trata de un proyecto complejo y ambicioso, que plantea enormes desafíos a sus participantes. Estos tienen conciencia de que su éxito será un ejemplo que puede instar a otras personas a invertir sus excedentes en proyectos de conservación de este tipo, repitiendo la experiencia, y que, por el contrario, su fracaso significaría un enorme retroceso para iniciativas de esta naturaleza.
No siempre es posible reunir fondos tan cuantiosos para actividades de conservación, como ocurre en este caso, y que, además, esas actividades se conciban con la flexibilidad necesaria para promover simultáneamente medios de vida locales, el turismo excursionista y el resguardo de los ecosistemas. Para Chile, que posee en su extremo austral gran abundancia de lugares de extraordinaria belleza y características únicas, este proyecto constituye un hito relevante y pionero, cuyo valor puede verse multiplicado muchas veces con otros proyectos similares, dotando a esa región de una reputación de atractivos prístinos que compensen con creces la restricción que haya de ejecutar otras actividades productivas en ellos.