Una polémica se ha originado en torno al evento Hay Festival de Cartagena de Indias —una experiencia que naciera en un pueblo galés hace décadas y hoy se replica en diversos lugares del mundo—, por la anunciada participación de María Corina Machado. En una carta enviada a los organizadores, la escritora colombiana Laura Restrepo expresó su desacuerdo con la invitación que se le hiciera a la premio nobel de la paz, por ser una “activa partidaria de la intervención de Estados Unidos en América Latina”. Otros invitados a este encuentro, que a fines de enero reunirá a más de 180 participantes procedentes de 25 países en torno a la música, la literatura, el teatro, el cine, el periodismo y otras manifestaciones, han amenazado con restarse por la misma razón.

Si bien han sido los intelectuales quienes —en el mundo occidental— han empujado las puertas de la libertad, de la expansión del conocimiento y de la diversidad de pensamiento y expresiones, subsiste una cierta tendencia a la homogeneización de miradas, en una creciente práctica de la cancelación, fenómeno que se ha hecho presente hasta en las más prestigiosas universidades europeas y norteamericanas. América Latina no ha sido la excepción y el mundo cultural ha estado fuertemente influido por una visión de izquierda que suele excluir a aquellos que puedan disentir. En nuestro país, son muchas las experiencias en que se ha “cancelado” a personas por su punto de vista —emblemática fue la funa sufrida por Sergio Micco en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile— y ha sido escaso el análisis crítico que se ha dado en la intelectualidad respecto, por ejemplo, de los hechos de violencia y el proyecto constitucional que han marcado el escenario político reciente. Ya lo decía el premio nobel de literatura Mario Vargas Llosa, quien, al transitar de “una juventud impregnada de marxismo y existencialismo sartreano al liberalismo de mi madurez”, hubo de soportar duras críticas por condenar toda forma de autoritarismo, incluidos los regímenes cubano y venezolano, y enarbolar la bandera de la libertad sin cuestionamientos oportunistas.

Son numerosos los intelectuales y artistas de Venezuela —la mayoría en el exilio tras sufrir persecuciones— que han denunciado los excesos del régimen de Maduro y piden la solidaridad del mundo para volver a la democracia. Muchos de ellos también acusan una tardía reacción internacional, pues han pasado más de 20 años de continuo deterioro del régimen democrático sin que haya habido una postura decidida de buena parte de los países de la región ni de la intelectualidad latinoamericana por la defensa de su democracia.

Es lamentable y vergonzoso que, en un evento cultural transversal como el de Cartagena, se levanten voces que desconozcan la valiente y arriesgada labor que María Corina Machado ha hecho por la recuperación democrática de Venezuela, denunciando el fraude electoral y los excesos de un régimen acusado de tener vínculos con el narcotráfico.

La ideologización de la cultura implica un empobrecimiento de sus expresiones, afectando la riqueza de contar con miradas diversas. Disentir, practicar el pensamiento divergente, expresar opiniones encontradas y aproximarse a la realidad desde diferentes perspectivas es lo que da valor y enriquece el acervo cultural de los pueblos.