Las prioridades identificadas por el Presidente electo muestran que, exceptuando el área de seguridad, el foco principal está compuesto por sectores de alta relevancia para el crecimiento y el empleo y de alta importancia social que acusan marcados déficits. Esto es el reflejo de que en Chile los factores macroeconómicos se observan en camino de estabilización y existe una gobernanza probada, y por lo tanto el crecimiento depende fuertemente de la inversión sectorial.
Entre los sectores más mencionados sobresalen los de infraestructura y vivienda; asimismo se priorizan los cambios necesarios para la agilización en la tramitación de permisos de los proyectos de inversión.
El crecimiento mostrado en el período en el que este más aumentó en el pasado estuvo basado en cambios estructurales y regulatorios en sectores clave, como infraestructura (especialmente telecomunicaciones y vialidad), minería, energía, agroindustria, pesca e innovación. Entre los sectores que sobresalen por la necesidad de establecer estrategias y reformas bien definidas para la próxima década están infraestructura y energía.
El rubro de energía y en particular el eléctrico resultan claves para hacer viable el crecimiento en todos los sectores, además de tener alta incidencia en los cambios en bienestar en todos los estratos económicos. Este sector ha mostrado una alta capacidad para adaptarse a cambios estructurales en el mercado energético, y a los desafíos del cambio climático, lo que se ha debido al dinamismo del sector privado y a reformas regulatorias que han facilitado ese dinamismo.
Actualmente existe un consenso amplio entre los especialistas respecto de la necesidad de reformas importantes para que el sector siga siendo un facilitador y no una traba al desarrollo. Este consenso ha sido comprobado en distintas mesas de trabajo con muy diversa participación durante este año.
A pesar de que hasta el momento no se perciben los déficits sectoriales más allá de fallas aisladas en los dos últimos años, estas fallas son la punta del iceberg de los problemas que deben ser resueltos. Las reformas necesarias son amplias, profundas y técnicamente complejas, y requerirán acciones inmediatas, de mediano y largo plazo.
El diagnóstico compartido indica que no hay espacio para el aprendizaje de las autoridades, por lo que se requiere que los líderes del sector tengan un alto nivel de conocimiento en una industria muy compleja, así como una alta capacidad estratégica, técnica y política, para materializar cambios que incluirán intenso trabajo técnico y diálogo con el resto del Ejecutivo y el Congreso.
Se ha indicado que este sector podría estar liderado por un triministro de Economía, Minería y Energía. La experiencia muestra que en períodos de cambio la tarea de las autoridades en estos sectores es intensa, y el esquema que se propone no se condice con la prioridad que aparentemente se da al crecimiento, el cual, como se ha indicado, en un país con factores macroeconómicos estabilizados depende fuertemente de la inversión y crecimiento de sectores clave, como minería y energía.
Al mismo tiempo, existe una percepción errada del rol del Ministerio de Economía, en que no se considera que siendo un ministerio de fomento debería ser muy activo en el fomento de nuevas industrias, emprendimiento y desarrollo tecnológico, y articulación de políticas microeconómicas.
Vivianne Blanlot
Economista