Señor Director:

La polémica en el Hay Festival de Cartagena de Indias, Colombia, en la que la escritora Laura Restrepo censura la presencia de María Corina Machado, nos recuerda el intenso e inexplicable compromiso ideológico del sector cultural con la izquierda antidemocrática en el mundo.

El irreflexivo apoyo incondicional, también en Chile, a las múltiples candidaturas de extrema izquierda, al “estallido social”, al aleve intento de destruir 200 años de tradición constitucional o, recientemente, a una candidatura comunista (generalmente mediante cartas de anónimo autor que circulan atrapando firmas de quienes no se atreven a decir no), dan cuenta de una actitud más parecida al miedo al rechazo o a una autopercibida superioridad moral que a la reflexión fundada.

Recuerdo los años 90, cuando apenas existía institucionalidad cultural formal en Chile, pero sí una boyante economía que permitía trabajo para actores, artistas visuales y gestores. Existía una escena cultural vibrante y atractiva en Chile. Los actores, recuerdo, incluso los más exitosos, vivían reclamando contra la “precarización” y las malas condiciones laborales. Parte de aquello era cierto; hoy, no obstante, no hay ni lo uno ni lo otro, dado que, sencillamente, no hay trabajo.

Persiste, sin embargo, una crítica anacrónica al “sistema” que, con todos sus reparos, permitía la subsistencia y oportunidades de exhibir el trabajo y la obra artística.

Hoy, el discurso de apoyo a la izquierda ha disminuido, pero persiste un veto silencioso a cualquier alternativa política distinta, a pesar de los malos resultados de gestión de los gobiernos que ha apoyado y de las escasas y decrecientes oportunidades laborales (precarización) que han generado.

Cabe instalar la reflexión, luego de auscultados los recientes gobiernos de derechas e izquierdas, de si el resultado de beneficios de unos respecto de otros dista tanto para justificar un apoyo cerrado del “mundo cultural” a alternativas izquierdistas que rara vez se alinean con las opciones de la ciudadanía y cuya distancia sideral entre discurso y gestión trae consigo perjuicios directos en la calidad de vida de artistas, cultores y gestores de Chile.

Luciano Cruz-Coke
Senador