La historia de Chile es indisociable de su riqueza minera, pero hoy asistimos a un cambio de paradigma global. Los recursos naturales han dejado de ser meros commodities para transformarse en activos de seguridad nacional y supervivencia climática. En este escenario, tengo la convicción de que, como nunca, Codelco es un actor fundamental. No como una declaración de intenciones, sino como una realidad técnica, financiera e institucional que nos sitúa nuevamente en la mesa principal de la minería mundial.
El reciente hito del 19 de diciembre de 2025, cuando la Contraloría General de la República tomó razón de los contratos para el arrendamiento de las pertenencias en el Salar de Atacama, marca la culminación del proceso de revisión institucional más exigente de nuestra historia reciente.
Este triunfo de la seguridad jurídica, validado por más de 20 autoridades en ocho países —incluyendo el riguroso análisis de más de un año del regulador chino (SAMR)—, ratifica que Codelco ha actuado con una transparencia radical. Cada paso ha sido trazable y auditado, demostrando que no confundimos confidencialidad con opacidad.
Nuestra apuesta por el litio responde a un imperativo estratégico. Al convertirnos en una empresa multimineral, Codelco asume un mandato: proveer los insumos críticos para la transición energética y digital del planeta. La fórmula del 50% más una de las acciones asegura que el control estratégico permanezca en el Estado, garantizando que beneficie a todos los chilenos. Codelco recibirá dividendos desde ya, incluso con cargo a las utilidades de 2025 y, a partir de 2031, recibirá hasta el 85% del margen operacional del litio.
Asociarnos con SQM fue una decisión empresarial unánime del directorio, sobre la base de evidencia, criterios de eficiencia y convencidos de buena fe de ser la mejor alternativa. Intentar recorrer este camino solos habría significado diseñar procesos desde cero y arriesgar un “valle productivo” con pérdidas millonarias para el fisco, pérdida de puestos de empleo e interrupción de los beneficios para las comunidades del salar. Hoy, aprovechamos 30 años de experiencia operativa para liderar de inmediato la transición energética.
Pero este impulso no se agota ahí: nuestras alianzas con Rio Tinto en el proyecto Nuevo Cobre y en Maricunga; con Glencore para una nueva fundición en Antofagasta; con AngloAmerican y Mitsui para el distrito minero Andina-Los Bronces; con Freeport en El Abra; con BHP para la exploración de cobre en Anillo; con Teck en Quebrada Blanca; con Pucobre en Tovaku; con LS MnM en la Planta Recuperadora de Metales; con Kinross en Purén, y con un grupo de los más relevantes líderes tecnológicos (tales como Huawei, IPulse, NTT-Data, Hexagon, Honeywell), muestran que Codelco ha multiplicado su valor potencial mediante una red de alianzas de clase mundial.
Frente a diagnósticos catastrofistas, los datos son elocuentes: en 2024, nuestro Ebitda creció 40% y completamos un Capex de más de 5 mil millones de dólares anuales, el más alto de la industria del cobre a nivel global. En cuatro años no hemos perdido un solo día por huelgas, gracias a un diálogo maduro con nuestros 60 mil trabajadores y sus organizaciones sindicales. Lamentamos, eso sí, como una herida aún abierta, las fatalidades que costaron la vida a seis trabajadores en la División El Teniente en julio pasado.
Gracias a un gobierno corporativo independiente y a la confianza de nuestro accionista, el Estado, hoy podemos decir que Codelco trabaja ardua y creativamente para asegurar el bienestar de las próximas 50 generaciones de compatriotas.
La minería del siglo XXI ya está aquí, y es chilena. Codelco es la materia prima de Chile.
Máximo Pacheco
Presidente del directorio de Codelco