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Cartas
Miércoles 17 de diciembre de 2025
Dos grandes en la hora presente
Señor Director:
Debo confesar que cuando escuché el emocionante primer mensaje al país del flamante Presidente electo, la noche del domingo, no pude dejar de pensar en dos grandes estadistas que ya no están con nosotros, el senador Jaime Guzmán Errázuriz y el ministro Miguel Kast Rist, hermano del futuro gobernante.
La impronta de ambos prohombres de nuestra historia política se dejó ver nítidamente en la sobriedad, la prudencia, el coraje, el buen tono y la resolución del próximo primer mandatario, llegada la hora de proclamar victorioso sus convicciones y su inquebrantable voluntad de acometer sin desvelos la compleja tarea de gobernar Chile.
Formador de juventudes y arquitecto de un modelo político que le generó a nuestro país la mayor estabilidad política, social y económica de toda su historia, Jaime Guzmán continúa siendo el arquetipo inspirador de lo más excelso y noble a que puede aspirar un servidor público. Su trágica muerte así lo confirma, y el eco fructífero de su martirio aún resuena atronador desde su silencio inmortal en esta hora. A su turno, Miguel Kast, uno de los economistas más brillantes de nuestro medio, de arraigada y profunda vocación social, también un formador de sobresalientes servidores públicos, hoy se levanta como fuente inspiradora del recto actuar moral en la cosa pública. Una vida corta, que fue suficiente para encumbrarse como un patriota inolvidable, como un gigante de la cuestión social.
Ambos legaron a las futuras generaciones —que, por ventura, pronto se harán cargo del país— el profundo sentido de apostolado que encierra la tarea pública cuando esta se realiza con sentido de misión, con sentido de trascendencia. No existe otro modo de servir a Chile.
Que estos dos grandes líderes —ahora unidos en la eternidad— iluminen y guíen desde lo alto el camino de todos los servidores públicos que asumirán tareas de gobierno, para que la inconmensurable obra que tienen por delante sea llevada a cabo con irrenunciable rectitud moral, con sabia prudencia y buen tino, con voluntad de diálogo, con respeto por el que piensa diferente, cultivando la amistad cívica, transpirando hasta la última gota el día a día, sin olvidar que la mayor recompensa a la que puede aspirar un servidor público es que habiendo terminado su diaria jornada, los pobres y desamparados gozaron de la mayor predilección en cada uno de sus afanes. Será entonces cuando alcancemos el tan anhelado desarrollo, con sentido de humanidad, más que como un logro puramente económico.
Así lo hicieron en vida Jaime y Miguel con cristiana rectitud, y no tengo duda alguna que así acontecerá con José Antonio Kast como Presidente de la República y con todos quienes lo acompañen.
Carlos Bombal Otaegui