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Editorial
Miércoles 17 de diciembre de 2025
Meloni, referente europeo
La premier italiana ha abrazado el pragmatismo sin renunciar a su ideario.
En tres años como Primera Ministra, Giorgia Meloni se ha convertido en un referente fundamental para los partidos y movimientos de derecha en Europa y más allá, al ejercer el poder con un pragmatismo y moderación que han desvirtuado los temores de que su gobierno fuera el preludio de un “neofascismo” autoritario. Con su popularidad, carisma y manejo de las expectativas, ha conseguido una estabilidad política poco frecuente en Italia, con su partido Hermanos de Italia liderando una coalición con Forza Italia (fundada por Silvio Berlusconi) y La Liga, dirigida por Matteo Salvini, que ha podido navegar las diferencias y neutralizar a una oposición fragmentada y débil que no parece, por ahora, opción electoral.
Meloni no ha renunciado a sus postulados conservadores y nacionalistas, pero dejó de lado un discurso populista disruptivo, en favor de una retórica más conciliadora, tanto en los temas domésticos como internacionales. Si hizo campaña contra la Unión Europea, llegando incluso a sugerir que podría salirse de la Eurozona, al poco tiempo de asumir el cargo se convirtió en una aliada y colaboradora confiable de Bruselas y de la presidenta de la comisión, Ursula van der Leyen, en temas tan importantes como la inmigración y la ayuda a Ucrania.
El control de las fronteras sigue siendo una prioridad para Meloni, con una política de mano dura contra los ilegales, que ha reducido significativamente el ingreso de frágiles embarcaciones por el Mediterráneo. La decisión de crear centros de acogida en terceros países para tramitar asilo ha sido controvertida, pero es una solución aplicada también por otros países europeos. Su combate contra la inmigración ilegal, sin embargo, va aparejado con una mayor disposición a entregar visas laborales, debido a la aguda escasez de mano de obra: se autorizaron hasta 500 mil permisos de trabajo entre 2026 y 2028, habiéndose ya emitido unos 450 mil en los dos últimos años.
Tal como ocurre en otros países europeos, la economía es un dolor de cabeza para el gobierno italiano, por su reducido crecimiento, baja productividad y gran déficit fiscal y alto endeudamiento (140% del PIB). Si Italia no ha caído en recesión ha sido gracias a los créditos que la UE entregó para la recuperación pospandemia. Pero Meloni, a pesar de haber criticado las políticas europeas de austeridad, aplicó esa misma receta. De esta manera, ya redujo el déficit, desde el 8,1% en 2022 hasta el 3,4% en 2024, con una proyección del 3% para este año y de 2,8% para el próximo, logro que ha permitido a Italia mejorar sustancialmente la calificación de las agencias internacionales.
Con todo, se le critica no haber hecho reformas estructurales para atacar las causas profundas de la debilidad económica, además de centrarse en una agenda social conservadora y en cambios políticos como la reforma judicial y la propuesta para fortalecer al Primer Ministro, que se debate en el Parlamento. En realidad, ha mantenido un equilibrio entre las políticas que impulsa alineada con la UE y las propias de su ideario. Entre estas, ha impulsado medidas severas para mantener el orden público, con un decreto de seguridad que penaliza los bloqueos de carreteras, la ocupación de viviendas y la protesta violenta, y con castigos como la revocación de ciudadanía a extranjeros que cometan delitos.
Con esa fórmula, Meloni —a quien también el Presidente electo, José Antonio Kast, ha señalado como un referente internacional— mantiene una popularidad que supera el 40 por ciento y está bien ubicada para una eventual reelección, en 2027.