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Editorial
Miércoles 17 de diciembre de 2025
Declaraciones del director del INDH
Sus dichos muestran cuán justificada es la preocupación por la captura ideológica de este organismo y el papel que pretende cumplir durante el próximo gobierno.
Recientes declaraciones de Yerko Ljubetic, director del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), generan nuevamente fundadas preocupaciones sobre la captura ideológica de dicha repartición y la deriva que puede tomar durante el próximo gobierno.
Cabe recordar la controvertida actuación de algunos de sus consejeros —entre los cuales estaba Ljubetic— y funcionarios, durante la gestión de Sergio Micco en los días del estallido. A la falta de respaldo frente a las presiones políticas de sectores de izquierda y agrupaciones de DD.HH. —algunas de ellas llegaron al extremo de presentar acciones penales en contra de Micco, por ser supuestamente encubridor de delitos de lesa humanidad— para que el Instituto estableciera a como diera lugar que había una coordinación del Estado para violar sistemáticamente los derechos humanos, se sumó también el no encontrar apoyo para ordenar el desalojo de la sede de la institución, la que permaneció por meses tomada, entre otra serie de situaciones. Esta negativa disposición de algunos consejeros de izquierda quedó expuesta desde el mismo momento de la elección de Micco como director, en julio de 2019. El propio Ljubetic aseguraba entonces que es “irregular” que alguien con una “visión de derecha” lidere la institución. Con desenfado, dejaba así en evidencia que para la izquierda solo ellos podían encabezar el INDH.
Ahora, preguntado Ljubetic en una entrevista sobre el Premio Nobel de la Paz a Corina Machado, fue incapaz de valorarlo positivamente ni menos destacar la importancia que tiene para la defensa de los derechos humanos en Venezuela. Confusamente, sostuvo: “Ojalá la entrega del Premio Nobel estuviera exenta de debates relativos a la contingencia”; ojalá fuera “un reconocimiento a causas, instituciones, personas que trascienden de esto y generen cierto consenso acerca de su aporte a la paz mundial”, y terminó argumentando ser partidario de que se ponga “sobre la mesa el tema de los derechos humanos, más que los temas de la contingencia de un país determinado sobre el cual se toma partido en un sentido u otro”. Con estas palabras, parece olvidar que la violación masiva a los derechos humanos en Venezuela, incluida la migración forzada de millones de personas, está directamente vinculada a la “contingencia” de existir la dictadura de Maduro, y que sería un sinsentido que el “consenso” se erigiera como requisito o medida para entregar un premio de estas características.
Aprensión sobre sus implicancias generan también sus palabras de hace solo algunos días, en el discurso con que presentó el Informe Anual del INDH. Bajo la consigna “Ampliar la mirada”, señaló que “incorporaremos cada vez con mayor fuerza la educación, promoción y la defensa de los derechos cuya vulneración o dificultades de acceso deterioran las condiciones materiales para una mejor vida de las personas”. Así, “reforzaremos nuestra participación en materia de la defensa y promoción de derechos económicos, culturales y ambientales en sus dimensiones más concretas”. En educación, por ejemplo, destacó “el rol que ha ido cumpliendo el sistema de admisión escolar”, en tanto que, respecto de la migración, sostuvo que, “a diferencia de quienes han hecho de esto un tema de campaña política con anuncios tan inhumanos como impracticables, el camino de procesos eficientes de regularización es ineludible en cualquier tratamiento que pretenda resolver estos problemas de verdad y con efectivo respeto a la dignidad de las personas”. Finalmente, en relación con los sucesos iniciados en octubre de 2019, declaró que “vemos con preocupación que seis años después se trata de imponer un relato que estigmatiza lo ocurrido, que elude y pierde la oportunidad de analizar las causas y las razones que explican lo que sucedió”.
Hay que advertir el riesgo implícito que declaraciones como estas significan para nuestra institucionalidad, al abrir paso a que el INDH intervenga en materias que forman parte del legítimo debate democrático. Cabe rechazar interpretaciones extensivas de las atribuciones de esta repartición, y exigir que su relevante tarea pueda cumplirse sin sesgos ni capturas, entendiendo que está al servicio del país y no de un sector determinado.