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Editorial
Miércoles 03 de diciembre de 2025
Percepciones del metro
Es fundamental que el servicio proteja uno de sus mayores atributos, cual es dar seguridad respecto de los tiempos de viaje.
Aunque el metro es considerado por sus usuarios como el mejor sistema de transporte público, hay indicios de que esa percepción positiva podría revertirse. Este año ha habido numerosas interrupciones del servicio, lo que degrada la imagen de la empresa. Las suspensiones de larga duración —que son las que más impacto causan sobre los usuarios— ya alcanzan las 19, una más que en todo el año anterior.
Alrededor del 35% de los casos son atribuibles a fallas técnicas y son responsabilidad de la empresa. Aproximadamente, un 10-15% se deben, en tanto, a fallas externas, como cortes eléctricos o emanaciones de gas. El resto, que representa la gran mayoría de los casos, corresponde a personas que ingresan a la vía, en intentos de suicidio o como una forma de protesta.
Para la ciudad, la red Metro es demasiado importante como para que sus servicios puedan verse interrumpidos por ese tipo de incidentes. En efecto, las cifras muestran que el 40% de los viajes en transporte público utiliza solo el metro, mientras que casi el 30% de los viajes combina este con otro modo de transporte en al menos parte del recorrido. El año pasado fueron 640 millones de viajes, aunque aún no se alcanzan los niveles prepandemia.
De ahí la importancia que tiene el proyecto que dota de un sistema de puertas de andén a la Línea 1, el mismo sistema que ya poseen las líneas 3 y 6. Con ello se impide el acceso directo a la vía por parte de los usuarios, lo que garantiza la seguridad de estos, al tiempo que favorece el buen funcionamiento del ferrocarril: si esta medida estuviera implementada en toda la red, el número de incidentes de larga duración se reduciría a menos de la mitad. Pese al elevado costo del sistema (y un tal vez mayor tiempo de detención en las estaciones), debería constituir una inversión muy rentable para toda la ciudad. Primero, porque se eliminaría la principal causa de los retrasos y molestias que sufren los usuarios cuando deben usar otros medios para llegar a sus destinos debido a una interrupción del servicio. Pero, además, cabe tener en cuenta que una de las razones fundamentales por las que el metro es hoy el principal medio de transporte público en Santiago es porque hay seguridad en sus tiempos de viaje. Esto lo diferencia del transporte de superficie e incluso de los vehículos privados. Si este atributo se pierde, desparecerá también la ventaja clave del metro, con el predecible aumento del transporte privado. Esto elevaría aún más la congestión y reduciría los beneficios de las enormes inversiones que el país ha hecho en la red.
En cuanto a las fallas que son responsabilidad de la empresa, varias han sido notorias porque su recuperación ha tardado muchas horas. Ejemplos fueron el del tren descarrilado en la Línea 2 en enero, que requirió 13 horas para recuperar el servicio, y dos incidentes en septiembre que afectaron a las líneas 1 y 2 por más de cuatro horas, debido a fallas de señalización. Es probable que algunas de estas fallas hayan tenido su origen en rezagos de mantenimiento pospuesto luego del estallido de 2019, cuando la empresa debió abocarse a reconstruir las estaciones y equipos dañados tras los violentos ataques sufridos en esos días. Dado que la red, especialmente la Línea 1, tiene un uso intensivo, un retraso en el programa de mantenimiento puede resultar difícil de recuperar y ser el causante último de algunas de estas fallas.
En definitiva, es necesario que la empresa continúe y tal vez acelere la instalación de los sistemas de puertas de acceso a los andenes, y que intente avanzar con los retrasos de mantenimientos. A su vez, el futuro gobierno, al designar un nuevo directorio, debiera preocuparse de que sus miembros asuman el abordaje de este como uno de sus objetivos principales.