En plena campaña presidencial, cuando la ciudadanía exige soluciones concretas en seguridad, migración y empleo, hay un tema que brilla por su ausencia: la salud. Y no por falta de urgencia. Chile atraviesa una de las crisis sanitarias más profundas de las últimas décadas, fruto de políticas erradas, estructuras anacrónicas y un sistema de seguridad social diseñado para un país que ya no existe.
A ello se suma un fenómeno preocupante: gremios con poder de veto capaces de bloquear reformas necesarias, y una confusión conceptual persistente entre “salud” —bienestar integral— y “medicina”, cuyo foco es curar. La salud moderna requiere equipos multidisciplinarios, desde médicos, enfermeras y matronas, hasta ingenieros, arquitectos y economistas. Sin embargo, hemos permitido que voluntarismos, dogmatismos y liderazgos autorreferentes nos conduzcan a un escenario crítico.
El cambio de gobierno abre una oportunidad que no podemos desperdiciar. En salud conviven dos actores que deben ser aliados y no adversarios: los pacientes, que deben estar al centro, y los trabajadores del sistema, que lo sostienen día a día. Sin una alianza entre ambos, cualquier reforma está condenada al fracaso.
1. La decisión que ninguna campaña quiere enfrentar: la piedra angular de una reforma real es una definición simple y, al mismo tiempo, políticamente incómoda: ¿Seguiremos con un seguro único estatal que “posee” a los pacientes o permitiremos que las personas elijan libremente entre seguros públicos y privados?
Esta no es una discusión ideológica; es una discusión sobre dignidad, libertad y eficiencia.
El rol del Estado debe centrarse en subsidiar directamente a las personas, para que elijan el seguro que mejor responda a sus necesidades. Esa sola medida mejora la asignación de recursos y reduce inequidades.
2. Un Estado en salud del siglo XXI: la estructura sanitaria pública requiere una modernización profunda. No es posible gestionar un sistema complejo con un ministerio diseñado para la realidad de 1960. Se necesita una orgánica moderna, con vicepresidencias ejecutivas y un ministro apoyado por un consejo multidisciplinario, capaz de pensar estratégicamente.
Los hospitales deben migrar hacia gobiernos corporativos profesionales, con gerencias capaces de atraer inversión privada y filantrópica, transparentar resultados y generar incentivos para mejorar productividad. Concesionar la red hospitalaria no es un dogma, es una herramienta. Sin incentivos adecuados, ningún sistema mejora.
Además, la ficha clínica digital interoperable es urgente. No es un lujo tecnológico; es una vía rápida para reducir listas de espera, optimizar pabellones y gestionar cirugías en tiempo real. A esto se suma la necesidad impostergable de un sistema independiente de evaluación de licencias médicas.
3. La prevención, el frente donde Chile sigue perdiendo: la mayor parte de los problemas sanitarios no nace en los hospitales, sino en la ausencia de educación y prevención. La medicina china lo entendió hace siglos: lo eficaz es actuar antes de que la enfermedad aparezca.
Chile necesita construir una Red Preventiva Nacional, que integre Cesfam, mutualidades y hospitales, apoyada por tecnología diagnóstica —mamografías, colonoscopías, ecografías— y por equipos de salud familiar, nutrición, salud mental, deporte y salud bucal.
La prevención no puede seguir siendo el eslogan de siempre: debe ser el centro del modelo.
4. Un seguro catastrófico universal: para enfermedades de alto costo, la respuesta debe ser simple y solidaria: un seguro catastrófico universal y obligatorio, que proteja a todas las personas sin distinción.
5. Cuidar a quienes nos cuidan: la violencia contra trabajadores de la salud sigue aumentando. Urge un programa robusto que fortalezca la carrera funcionaria y proteja efectivamente a quienes sostienen el sistema. Sin ellos, no hay reforma posible.
Chile lleva años estancado. La salud no puede seguir ausente del debate presidencial ni de la agenda pública. Modernizar el sistema no es una opción técnica: es un imperativo moral y una condición para el desarrollo.
Chile es un gran país. Merece un sistema de salud a su altura.
Jaime Mañalich Muxi
Exministro de Salud
Jaime Calderón Riveros
Ingeniero comercial