Finalmente termina una de las campañas más largas que hemos tenido. Atrás quedarán las polémicas, los sinsabores, los bots y los trap.
Mañana sabremos quién sigue en carrera.
Pero gane quien gane —al menos por la noche— habrá ganado la derecha. Porque la disputa ideológica de esta campaña ha estado en quién ofrece más seguridad y más crecimiento. “Orden y progreso” como propicia la bandera brasilera.
Pero eso durará solo un tiempo. Hasta que vuelva la dignidad, la justicia o el lucro como motores de la elección. El viento cambiará de dirección en un tiempo más, como hemos visto tantas veces.
¿Cómo sabremos quién realmente ganó? Un viejo político francés decía que para saber quién gana la elección, más que mirar resultados hay que mirar las caras. Ahí está la clave.
Así las cosas, hay siete cosas en las que fijarse.
El padrón del mal
Por primera vez veremos el voto obligatorio en la presidencial y parlamentaria. Hasta ahora ha existido bastante coherencia en los resultados desde aquel mazazo que significó el 62% del rechazo. Incluso en el segundo proceso constitucional, con una propuesta partisana, la derecha logró un 44%. Mañana puede quedar claro que el clivaje del SÍ y el NO ha quedado definitivamente muerto y enterrado. El nuevo clivaje es el apruebo y el rechazo.
La tercera derrota de un presidente
Si los pronósticos se cumplen y mañana hay un mal resultado para el oficialismo, los ojos estarán puestos en el Presidente Boric. Mal que mal ha sido un actor involucrado en esta elección. Un mal resultado le significará la tercera derrota estrepitosa de su gobierno. Primero la convención, segundo la municipal y ahora la parlamentaria y presidencial. Necesariamente las culpabilidades apuntarán hacia allá y es probable que se inicie un revisionismo en la izquierda que dure mucho tiempo. Entre quienes crean que fueron muy duros y entre quienes crean que fueron muy blandos.
Jara y la banda
30-35%
Si mañana Jeannette Jara saca entre 30 y 35% de los votos, el oficialismo respirará con cierto alivio. No aventurará un buen resultado de segunda vuelta, pero al menos sentirá salvando los muebles. Un resultado bajo el 30% sería una debacle. Un resultado sobre el 35%, haría volver la ilusión.
¿Cuál líder germánico?
Que los tres candidatos de derecha tengan el alemán de segunda lengua no es casualidad. De alguna forma es un signo de la búsqueda de orden y seguridad. La pregunta es cuál triunfará y de eso dependerá lo que viene. Si la triunfadora sorpresivamente fuera Matthei, mañana tenemos presidenta electa. Si —como dicen las encuestas— el triunfador es Kast faltaría un trámite, pero solo eso, un trámite. Si el resultado es Kaiser, por el contrario, se iniciaría una disputa con resultado completamente incierto. Una nueva elección. Un inicio desde cero.
El peso de la noche
La reacción de los perdedores marcará lo que viene. De alguna manera para la derecha esta es una primera vuelta y una primaria al mismo tiempo. Los gestos, los saludos, los mensajes serán muy relevantes de cara a lo que viene. Basta recordar, por ejemplo, la reacción de Patricia Bullrich en Argentina, poniéndose inmediatamente tras Milei cuando perdió, para explicar ese triunfo posterior. Lo de mañana en la noche puede ser fraternal, condicional o adversarial. Y marcará lo que viene.
Las esquivas mayorías
La elección de mañana puede marcar una paradoja: que por primera vez exista una mayoría en la Cámara y en el Senado de derecha. Así lo aventuran todas las estimaciones con excepción de LarraínVial. La duda estará en quiénes conforman esa mayoría, porque serán seis partidos y al interior de ellos verdaderas montoneras. Dicho de otra forma, pensar que se pueda ejercer la mayoría desde Pato Laguna a peineta Garcés no parece obvio.
¿Cuáles derechas
y cuáles izquierdas?
La composición de las coaliciones será muy relevante. Todo parece indicar que en la izquierda el mejor resultado estará en el PC y el Frente Amplio. No es lo mismo un escaño para Insulza o para Hugo Gutiérrez. En la derecha en cambio parece ser improbable el sorpasso republicano. Lo que es claro es que la composición del Parlamento será crucial para poder proyectar el grado de polarización de lo que viene. Así, habrá que fijarse no solo en el número total, sino que también en la composición.
Mañana termina todo. O más bien se inicia el nuevo ciclo. Será el momento de recordar que en un mismo día como hoy, hace seis años, se estaba quemando el país, con un amplio apoyo de la ciudadanía…
Los resultados probablemente serán la muestra definitiva de que el estallido está muerto y enterrado.