Señor Director:

La vandalización de la estatua de Manuel Blanco Encalada en Valparaíso es una muestra más del estado lamentable de nuestra educación. Esta no comienza donde debería. Formando a la infancia y la juventud para distinguir entre las ideas, las cosas y las personas. Ni tampoco entre qué significa el buen trato y el mal trato en cada uno de esos tres casos.

Hay cosas que son propiedad privada, como la vestimenta. Y otras que son de propiedad pública, que son de toda la ciudadanía, como la estatua de marras. Con ella nuestros antepasados buscaban promover una idea: que Chile debía honrar la memoria de una persona que destacó sirviendo al país. Un deber de gratitud ciudadana de raigambre republicana.

El 5 de abril de 1818, Blanco Encalada dirigió la artillería en la decisiva batalla de Maipú, bajo el mando del Libertador José de San Martín. Y el 28 de octubre del mismo año, capturó la fragata “Reina María Isabel”, a la sazón el más grande buque de guerra del mundo, enviado por Fernando VII para iniciar la segunda reconquista de Chile. Con ese buque a la cabeza organizó la Escuadra Nacional que, luego de ceder él el mando a lord Cochrane, liberó el Perú.

¿Para qué sirve saber historia? ¿Cómo se gana plata con eso? Preguntan quienes egresan hoy de la educación secundaria chilena. Que en tales condiciones los abandona en la selva.

Miguel Orellana Benado
Profesor asociado de Filosofía del Derecho Facultad de Derecho, Universidad de Chile