Es célebre la frase inicial del “Manifiesto comunista” de Marx y Engels en que señalan que el “fantasma del comunismo” recorre Europa, amenazando con destruir por completo el orden capitalista prevaleciente. Pues bien, un fantasma similar recorre Argentina: “Nosotros no queremos lo que quiere Milei, que Argentina sea potencia, queremos que sea un poquito más humilde, que la gente sea feliz”.
La frase es de la kirchnerista feminista Caren Tepp, candidata a diputada para las elecciones de este domingo en Argentina y refleja de cuerpo entero la naturaleza pobrista, mediocre y resentida de ese fantasma populista-socialista argentino. Ella da cuenta de que la destrucción de nuestros países por políticas públicas y económicas, cuando gobierna la izquierda, no son pura casualidad, sino el resultado de una combinación entre esa mentalidad fracasada y resentida, incompetencia y el afán por enriquecerse personalmente en el proceso de destrucción que llevan a cabo.
El caso argentino es, por cierto, emblemático. Cuando Milei asumió el gobierno, los kirchneristas habían dejado en ciernes la peor crisis de la historia del país. La inflación había alcanzado el 211% al año y amenazaba con reventar en una hiperinflación de 17.000% o más. El descalabro fiscal y cuasi fiscal llegaba a 15 puntos del PIB entre déficit fiscal y los pasivos remunerados del Banco Central. Esto, en un país que estaba entre los últimos en el ranking de libertad económica a nivel mundial —158 entre 165 según Fraser—, un paria en los mercados de capitales internacionales, con más de 3,3 millones de empleados estatales —un 33% más que en 2012—, más de 12 millones de planes sociales —versus 9,5 millones en 2012—, con más de un 40% de pobres, una indigencia de más de 11% de la población, un tamaño del Estado de 41,9% del PIB y un riesgo país de 1.923 puntos.
Frente al Armagedón inminente, lo primero que hizo Milei fue desactivar la bomba nuclear fiscal y monetaria, para lo cual ajustó el gasto estatal en 5 puntos del PIB en un mes. Pero además solucionó el problema de la quiebra del Banco Central aplicando una ingeniosa estrategia financiera. Esto es, sin contar los más de 50 mil empleos estatales de gobierno central que redujo en 17 meses y una reducción de más de 31% de los salarios reales de los empleados estatales. A ello se agregan cientos de reformas con miles de desregulaciones a cargo del ministro Federico Sturzenegger.
El resultado de todo esto y la fuerte retórica promercado fue exorcizar el fantasma populista, permitiendo que, luego de una caída, la economía comenzara a volar alcanzando un 4% de crecimiento. La pobreza, en tanto, se redujo de un pico de 52% a 31% y la indigencia, de uno de 18% a 6,1%. El riesgo país, por su parte, llegó a caer a 569 puntos en enero de este año, mientras la popularidad de Milei se empinaba en torno al 60%. Por si lo anterior fuera poco, la gestión de Milei y su norma de atracción de inversiones internacionales han traído inversiones comprometidas por casi US$ 50 mil millones al país, siendo la de OpenAI, con US$ 25 mil millones, la más notable.
Fue precisamente porque todo parecía encaminarse para sacar a Argentina del abismo socialista que la había destrozado que, enfrentado a la posibilidad de su desaparición, el fantasma kirchnerista lanzó toda su maldición para acabar con el gobierno de Milei, con una ofensiva sin precedentes dentro y fuera del Congreso Nacional. Solo en semanas, los kirchneristas y populistas aliados de turno revirtieron tres vetos del Presidente a leyes que afectaban gravemente las finanzas públicas, algo inédito en la historia política reciente del país. Luego vino la operación contra el núcleo del Presidente y la elección de la provincia de Buenos Aires. Sumado a errores políticos admitidos por el gobierno, todo lo anterior llevó a un resultado decepcionante en relación con las expectativas que existían, reinstalando el temor de que el fantasma de izquierda regrese al poder el 2027 encarnado en el filocomunista Axel Kicillof.
Como resultado del sabotaje sistemático de los populistas de siempre, se disparó el riesgo país, se atacó el peso y se puso a prueba la mano del gobierno para mantener el programa cambiario. En otras palabras, el fantasma populista-kirchnerista argentino regresó a espantar a los mercados, que obviamente no quieren arriesgarse en una Argentina liderada por resentidos fanáticos del pobrismo. Ahora bien, como si lo hubiera visto venir, Milei cultivó las mejores relaciones con Trump, incluso antes de que llegara a la Casa Blanca, logrando, en el momento del ataque, un apoyo que ningún país en la historia ha conseguido. El esquema cambiario tiene, por lo tanto, un respaldo sólido, y quienes especulan contra el peso hoy verán muy probablemente pérdidas mañana. Esto no solo porque los argentinos cuentan con el apoyo de Estados Unidos gracias a las hábiles gestiones de Milei, sino porque las elecciones de mañana serán muy diferentes a las provinciales.
Todo indica que Milei obtendrá el tercio de bloqueo que necesita para frenar los misiles legislativos de los kirchneristas y sus aliados fabricantes de miseria, y tal vez más que eso. Si ello ocurre, la proyección de Milei para ser reelecto en 2027 será óptima y el fantasma populista kirchnerista habrá sido cazado nuevamente y puesto, al menos por un tiempo, en la jaula de basura política en la que pertenece.